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Pandemia de coronavirus

«Sabíamos que los aplausos a los sanitarios tenían fecha de caducidad»

El doctor Valverde posa para esta entrevista en la sede del Col·legi de Metges de Balears. | Jaume Morey

| Palma |

José Manuel Valverde Rubio (Madrid, 1956) ha sido elegido como nuevo presidente del Col·legi de Metges de Balears (COMIB) después de que su antecesora, Manuela García Romero, renunciara el cargo tras ser elegida vicepresidenta segunda del Consejo General.

¿Cómo encara el reto?
— Con mucha responsabilidad porque hay que representar a todos los médicos en un momento muy complejo, lo asumo. Nuestro reto más gordo a todos los niveles es el COVID sin el demérito de la asistencia a todo lo demás.

Cuando se decretó el estado de alarma, el presidente del Gobierno aseguró que no se iba a dejar a nadie atrás, como profesional de Atención Primaria, ¿ha sido así?
— Al principio estábamos absorbidos para arreglar las agendas. Conforme se han resuelto un poco las cosas se ha recuperado a la gente pero leí que una señora con una neoplastia de mama no consiguió que la viera presencialmente su médico y eso es una barbaridad. Ha habido tal caos que es normal que ocurran estos desastres.

Primaria ha llevado todo el peso de esta segunda ola... ¿cómo ha ido?
— Y de la primera -sonríe-. De un día para otro se nos dijo que íbamos a atender a los pacientes por teléfono, lo que supuso un gran reto porque en absoluto estábamos preparados; no había estructura. En mi centro de salud éramos 28 profesionales para cuatro líneas. Además metieron a todos los pacientes en el mismo saco y los atendías según el orden. Fue una buena medida porque antes las salas de espera eran como el mercado y no era sostenible, pero fue difícil. Al abrir empezamos de nuevo a citar pacientes y ahora hace quince días que los médicos hemos recuperado los cupos. Hay que saber que en ningún momento se han cerrado los centros de salud, hemos explicado muy mal por qué era prioritaria la atención telefónica.

Cuando se habló de falta de material de protección para los sanitarios, ¿fue en los centros de salud?
— El peso grande de las muertes de sanitarios en la primera ola fue en Primaria. Recuerdo los vídeos de cómo tunear bolsas de basura o desinfectar mascarillas en el microondas. Todas esas instrucciones las guardo porque son historia. Los primeros 15 días fue terrorífico.

El COMIB tiene un registro de agresiones, ¿sigue habiendo?
— Mucha gente, ante la incapacidad de conseguir atención telefónica, está muy enfadada y no tienen en cuenta que nosotros también estamos muy sobrecargados.

Y salíamos a aplaudir...
— Todos sabíamos que los aplausos acabarían mal. Es verdad que nos sentíamos apoyados pero tenían fecha de caducidad.

En ocasiones ha apelado al sentido común de las personas, ¿falta?
— Mucho. A mí me da una pena horrible que tengan que amenazarte con una multa para ponerte una mascarilla. Llamabas a una persona para darle el resultado de una PCR y oías ruido de bar, ¡cómo se le ocurre! Si no somos conscientes de que es una enfermedad muy grave no hay ley, ni norma, ni multa que lo pueda contrarrestar.

¿Cuál es la ratio de médicos por pacientes?
— La OMS aconseja que cada médico atienda 1.500 tarjetas sanitarias y la media en España es de alrededor de 1.600. En Balears estamos en las 1.750 y en mi centro de salud tenemos dos mil tarjetas cada uno.

Se prevé que en un plazo de cinco años haya un problema de falta de facultativos por las próximas jubilaciones ¿es así?
— Lo hay ya. Cada año es más gordo. No es que falten médicos porque hay un montón de facultades, pero está el embudo del MIR. Hay unos 7.000 médicos que no han accedido a la especialidad y están en un limbo. Por otro lado, los que acceden tienen en el extranjero unas condiciones de trabajo, estabilidad y sueldo infinitamente mayores de los que podemos ofrecer, por lo que no van a volver. Aquí ha habido profesionales que se han jubilado sin llegar a tener una plaza fija, o gente que ha tenido cien contratos en tres meses. Hay que pensar que desde que un niño con notas espectaculares que consigue entrar en Medicina pasará entre 10 o 12 años hasta que salga formado.

¿Han subido las peticiones de prejubilación a raíz de la pandemia?
— Ha habido por toda España. Es normal, incluso perdiendo dinero, porque hay gente que está muy quemada.

Una de las soluciones planteadas desde el Gobierno central es un Real Decreto que ha llevado al colectivo a convocar una huelga.
— A la Organización Médica Colegial y los sindicatos nos parece una aberración porque el decreto deja sin efecto la especialidad, además permite que un médico ejerza sin formación específica y es altamente inseguro. Nos preocupa también que un médico hospitalario pueda trabajar en Primaria. Hablan de la bidireccionalidad pero yo no me atrevería a operar una cadera.

IB-Salut reconoció hace tiempo que había un centenar de médicos de otros países que ejercían sin tener el título homologado.
— El colegio lleva un control exhaustivo y nos lo encontramos de vez en cuando. Tanto Salut como las clínicas privadas deberían de cuidarse mucho de que sus profesionales estén formados y colegiados.

¿Se sumarán a la llamada de Simebal para secundar la huelga del 27 de octubre?
— Si no se produce ningún cambio el Colegio se va a sumar porque estamos de acuerdo con los planteamientos.

Este Govern no asume el 2 % de incremento salarial a los funcionarios y no dará un plus COVID.
— Han sido afrentas. No se nos ha tratado especialmente bien pero de las administraciones sanitarias españolas, ésta no es la peor.

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