Las inundaciones en Mallorca han causado el fallecimiento de 25 personas entre 1960 y 2018, de las que 14 perdieron la vida cuando se encontraban dentro de su vehículo, un riesgo que aumenta por el cada vez mayor parque móvil, según un estudio del grupo de investigación en Climatologia, Hidrologia, Riscs Naturals i Territori de la UIB.
Precisamente este viernes se cumplen dos años de la torrentada de Sant Llorenç, que, con 13 víctimas mortales, supone más de la mitad de los 25 fallecidos desde 1960 en torrentadas. El estudio ha permitido a este grupo de expertos identificar todos los casos y averiguar la localización de estos episodios, las características de los cursos y cuencas y las circunstancias de precipitación que produjeron el desbordamiento.
La investigación también revela las particularidades de cada caso, incluyendo edad, sexo y origen de las víctimas, condiciones en que fueron arrastradas por el agua o se ahogaron, horarios detallados del suceso y tipología de los entornos en que se produjeron estos episodios mortales: medio urbano o rural, edificación, vía de comunicación y, en este último caso, si se registró en un vehículo. Esta cifra de 25 victimas mortales es inferior, en términos relativos, a las de otros ámbitos mediterráneos cercanos. Los vehículos son, con diferencia, el factor de mayor riesgo mortal en una torrentada. Los 14 fallecidos en coches estaban tanto en circulación como parados. En edificaciones se han contabilizado ocho víctimas y el resto corresponde a circunstancias en que el afectado circulaba a pie al aire libre.
El estudio destaca que no necesariamente las defunciones se produjeron en los cursos de mayor caudal, ya que un número importante de casos se dio en torrentes de escasa entidad, en los que el caudal de agua no era notable. En uno de los eventos mediáticamente más tratados, el del hotel del Corso, en Portocolom en septiembre de 1989, tres personas murieron en un torrente con una cuenca de tan sólo 1,1 kilómetros cuadrados.