Una de las grandes figuras de nuestro siglo XVIII fue el cardenal Antonio Despuig (1745-1813), conde de Montenegro y arzobispo del Patriarcado Latino de Antioquía y de Sevilla. Despuig vivía de sus rentas, pero siempre que pudo fue caritativo, quiero decir que no vivía (como sucede con ciertos partidos de hoy) del voto de los pobres. Al contrario, les ayudó en lo que pudo, hasta el punto que cuando feneció en 1813 donó su lujosísima ropa a una almoneda palmesana para que la vendiera y diera el dinero a los mallorquines necesitados.
Nuestro cardenal fue un mecenas muy imbuido por la cultura grecolatina, como todos los baleares ilustrados de su tiempo. La moda entonces era tener un gabinete o museo privado con antigüedades, y a eso también se dedicó nuestro jerarca eclesiástico para decorar un lugar tan señalado como Raixa.
Sus descendientes, demasiado desprendidos, fueron vendiendo las colecciones que la cuadrilla pagada por Despuig desenterró entre Ariccia y Genzano (1786-1797), al sur de Roma, en la misma Vía Appia. La colección se acabó en manos de chorizos, anticuarios y coleccionistas, como pasó también con otros muestrarios mallorquines.
Una pieza bellísima
Uno de los bustos de mármol de la colección Despuig que pudieron salir de las excavaciones de Ariccia (aunque no hay seguridad absoluta de ello) es el retrato escultórico de Cleopatra VII. La pieza, elaborada entre el 50-30 antes de nuestra era, tiene 29,5 centímetros de altura (según otras mediciones 27) y se puede ver no en Mallorca, sino en Staalitche Antikenmuseum de Berlín. Fue adquirida por esta institución en 1976. Su recorrido pudo ser el siguiente: Italia, Mallorca, Nueva York y Berlín.
La efigie del museo berlinés es de procedencia desconocida antes de la compra por el cardenal. Se conserva en buenas condiciones, con la excepción de dos pequeñas abrasiones. El especialista Silvano#Strano indica que los añadidos que se le hicieron en la parte posterior izquierda de la cabeza, la oreja izquierda y la punta de la oreja derecha han sido eliminados y también, en la línea de las actuales tendencias museísticas, se deshizo el montaje de la cabeza en mármol.
Así como era
La escultura muestra aún huellas de una coloración rojiza que, con toda probabilidad, fue utilizada antiguamente como base para el sucesivo dorado del pelo, porque la obra debía aparecer en policromía.
La pieza mallorquina destaca por la fidelidad con la que el artista intentó reproducir la imagen real de Cleopatra (69-30 adC), que se suicidó tras el triunfo de Augusto en la batalla de Accio ante el ejército de la soberana egipcia y#de su amante, Marco Antonio.