Josep Costa, vicepresidente primero del Parlament de Catalunya, nació en Ibiza en 1976. Ha publicado recientemente Eixamplant l'esquerda, donde plantea cómo la grieta del muro entre las reivindicaciones de Catalunya y el Estado español va agrandándose y cuál es la estrategia para que caiga. Su ensayo iba a presentare el próximo lunes durante en un acto organizado por la Assemblea Sobiranista de Mallorca. Las restricciones sociales por el coronavirus han obligado a posponerlo.
¿La crisis sanitaria ha trastocado la agenda independentista?
— Creo que no. Paradójicamente ha hecho que seamos cada vez más conscientes de la importancia de quien toma las decisiones.
Pedro Sánchez dijo que el virus no entiende de fronteras.
— Esa afirmación forma parte del relato españolista. La realidad es que las fronteras existen y que es relevante cómo se ha actuado. El virus atraviesa fronteras si le dejas. Puede que el virus, según ese relato, no entendiera de fronteras en España pero hemos visto que se han cerrado fronteras internacionales, que se han establecido controles y que se ha actuado de forma diferente.
¿La pandemia en Catalunya es diferente?
— Se transmite igual en todas partes pero se ha visto que los estados pequeños y descentralizados han sido más eficaces. España ha optado por seguir ejemplos más centralistas, como Francia. Las Islas, pese a poder controlar más fácilmente las entradas a través del aeropuerto no han podido liberarse de la estrategia estatal. Si hubieran sido soberanas, podrían haber tenido una relación directa con otros países. Países de estructura federal no aplican las mismas recetas en todas partes.
¿Puede resolverse la cuestión catalana desde el federalismo?
— Ya es tarde. La solución siempre ha sido la misma: el principio de la democracia liberal que deja claro que sólo un gobierno consentido por los ciudadanos es legítimo. Si Catalunya no quiere formar parte de España, nadie en España puede obligarla. Hay que hallar una fórmula basada en el consentimiento. El camino es el de siempre: la autodeterminación.
¿La próximas elecciones de Catalunya serán decisivas?
— No depende de las próximas elecciones, cuando se convoquen, porque ya hemos votado y una mayoría clara y consistentes votó soberanismo y república. Las elecciones servirán para validar una decisión tomada.
¿No andan muy separados ERC y Junts per Cat, por cuya candidatura fue elegido diputado?
— Eso se exagera. La política siempre se basa en el debate de ideas. Si estuviéramos de acuerdo en todo seríamos un mismo partido. ERC se negó a una candidatura unitaria.
¿Es posible que el soberanismo alimente a la extrema derecha y la haga crecer?
— No lo creo. La extrema derecha ya andaba bien alimentada con el régimen del 78. Es la continuación del franquismo que no fue sustituido. Los franquistas se convirtieron en demócratas. La Transición le puso una capa de barniz democrático.
Jordi Pujol ayudó a dar esa capa.
— Sí, sin duda. Todos fuimos partícipes aunque en ese momento no lo sabíamos. Bueno, yo era muy joven.
¿Llegará antes la república catalana que la española?
— Sí. La monarquía fue la continuación del franquismo. Habría que romper toda la estructura del Estado para eso. No es fácil, es imposible, desde la Constitución. En España ha habido más cambios de régimen que reformas constitucionales.
¿No está la monarquía en horas bajas tras lo de Juan Carlos I?
— Sí, ciertamente, pero no se puede pasar de la monarquía a la república desde la Constitución sin que se derrumbe todo. Antes de reformar la Constitución para eso se derrumbaría todo.