Los gimnasios de Mallorca están notando una caída de entre el 30 y el 50 por ciento de los accesos a sus centros deportivos respecto a antes del confinamiento. Así lo advierte la Associació d'Empresaris d'Instal·lacions Esportives de Mallorca (AEIEM), cuya presidenta, Naty Company, es propietaria además de la cadena de gimnasios Illes. «Los clientes están volviendo poco a poco y cada día hay más ambiente», dice la presidenta de la patronal.
Aún así, los gimnasios mallorquines están de suerte si se comparan sus cifras con las de la Península, que solo llegan al 40 por ciento de los ingresos que tenían antes del confinamiento. Frente al control de entradas en los recintos, otra cuestión es la caída de socios. «Todos los gimnasios sufren bajas por el verano, pero también hay altas», dice Company. La patronal reclama que se amplíe el aforo de los locales «respetando los dos metros de distancia».
Por su parte, Pedro Pizà, gerente del gimnasio Profitness, señala que «la respuesta de los socios es buena y progresiva» después de cuatro semanas de puertas abiertas. «La afluencia de clientes se ha triplicado respecto a la primera semana. Ahora mismo estamos en torno al 35 o 40 por ciento de las entradas que había antes del estado de alarma», dice Pizà. También ha animado la compensación de «tres semanas gratuitas a los clientes. No han pagado desde que abrimos hasta el pasado domingo».
A Pizà no le preocupa el boom de bicicletas estáticas ni elípticas que se han adquirido para el ejercicio doméstico. «Nos preocupa más el coronavirus, el bajón del verano y la competencia», señala el gerente de Profitness. Para lo que sí ha servido es para «implantar e interiorizar que el deporte es un hábito saludable. En mucha gente se ha despertado el interés por la práctica deportiva y prefieren clases dirigidas y máquinas profesionales de última generación».
Las clases dirigidas on line han permitido que muchos pueda seguir haciendo ejercicio desde casa. Otro tema son los estragos del confinamiento. Pedro Pizá advierte que «la gente que antes de que se decretara el estado de alarma hacía deporte ha adelgazado porque ha perdido masa muscular, que pesa más que la grasa. Y luego están los que han engordado porque antes igual caminaban y con el confinamiento dejaron toda actividad física». La fiebre por el pan casero y la repostería ha empeorado el panorama.