Los turistas alemanes que llegaron el lunes a Son Sant Joan gracias a la experiencia piloto y se hospedan en dos hoteles de Riu y uno de Iberostar en la Platja de Palma lo tuvieron mal para tomar una copa por la noche fuera de sus establecimientos. Tres de los lugares más emblemáticos de la zona -el Balneario 6, la ‘calle del Jamón' y ‘Mega Park'- están cerrados a cal y canto.
No había un alma. Ni siquiera la oferta que vecinos y comerciantes llevan años intentanto erradicar: vendedores ambulantes, prostitutas, trileros... Nadie. Bueno, sí: nos cruzamos con un equipo de televisión alemana RTL que tomaba imágenes frente a Bamboleo y Bierköning. Entre los clientes de los tres hoteles se encuentran unos sesenta periodistas germanos. En la arena de la playa, mientras, se podía ver a dos subsaharianos que hacían gimnasia; tres ciclistas pedaleando en la vía de la primera línea, y media docena de residentes que caminaban de un balneario a otro, todos cerrados. La imagen de la Platja de Palma es única, por lo distinta a cómo era por estas fechas.
Intentamos encontrar turistas en los lugares de siempre, pero en vano… Coincidimos con Pepe Tirado, presidente de la Asociación de Comerciantes Acotur, y Markus Boehnisch, un periodista free lance que en esta ocasión trabaja para la televisión DW, y que conoce muy bien la Isla. Al poco se suma al grupo Toni Bauzá, de Televisió de Sineu.
El colega Boehnische se sorprende de la soledad: «En temporada alta esto tendría que estar lleno, pero este plan piloto supone una enorme promoción, una obra maestra no solo para la Platja de Palma, sino también para la Isla en general. Es lo que transmito en mis crónicas, porque es verdad. Los hoteles se han adaptado a las circunstancias. Y hay tranquilidad».
Falta de información
Pepe Tirado señala que esta experiencia piloto «como promoción del destino es positiva, sobre todo como reactivación, ya que da un mensaje al mercado alemán de que aquí todo está en buenas condiciones».
Pero Tirado, en nombre del sector, pone un pequeño pero: «Nos hubiera gustado no enterarnos de la experiencia piloto por la prensa, sino a través de los responsables directos. No nos hemos informado debidamente. De ahí que casi todos los bares, terrazas y restaurantes estén cerrados. Pero la experiencia, como promoción, es buena».
Y, ciertamente, sin copas no hay diversión. Y sin diversión el turismo es descafeinado.