Maria Amengual (Algaida, 1968) siempre le ha gustado ayudar a los demás. Esta trabajadora social se ha curtido en ALAS, el GREC o el Consorci RIBA. Tras la crisis de 2008 se reinventó profesionalizándose como mediadora en resolución de conflictos. Desde hace un año dirige el departamento de Participació i Voluntariat del Govern que ahora vive uno de sus momentos más relevantes.
¿Han apreciado un incremento de petición de ayuda?
—Sí, desde el primer momento, pero a la vez ha crecido el número de personas que se han presentado voluntarias. Enseguida se vio que estábamos ante una crisis que va más allá de la sanidad, también tiene consecuencias económicas y sociales.
¿Manejan cifras sobre el aumento de voluntarios?
—Estamos a punto de hacer el mapa de voluntariado y podremos conocer las cifras pero todavía no. Lo que sabemos es que las entidades inscritas en la red COVID han atendido a alrededor de 1.500 voluntarios. Además, abrimos una bolsa común para que la gente que quisiera se inscribiera y ya hay 300 personas. La gestiona Plataforma del Voluntariado de Balears (PLAVIB) para todas aquellas entidades que necesiten a gente.
¿Cómo se ha reinventado el voluntariado sin salir de casa?
—Si bien las redes de apoyo han funcionado siempre y son rápidas y eficaces, internet lo han revolucionado todo. Ahora cualquiera se puede inscribir a una red de ayuda de una zona alejada. También son interesantes algunas aplicaciones informáticas. Un ejemplo es ‘Frena la curva', con la que, a través de un geolocalizador, puedes buscar a personas de tu entorno que necesiten ayuda. Valoramos ponerla aquí aunque al final impulsamos otras vías. Dejamos que las redes tuvieran su propia entidad y nosotros les damos recomendaciones para evitar males mayores.
¿Cómo es la labor de coordinación de su dirección general?
—Hay tres ejes principales: colaboramos con las redes vecinales aconsejándoles y dejándoles trabajar si demuestran su buena voluntad; también reforzamos la ayuda a las entidades del tercer sector y entidades voluntarias con planes concretos, ayudas a la movilidad o visibilizándolas; y la tercera vía la abrimos a raíz de la demanda municipal y retomamos el trabajo que se hacía antes de organización vecinal. Así, el ayuntamiento expone las necesidades que tiene y vemos cómo darles respuesta. Ha habido experiencias buenísimas. Por ejemplo, en Artà hay diferentes programas de ayuda como La senalla solidària o Pa per tothom con la participación de las panaderías, que evitan que nadie se quede sin alimentos. En la siguiente edición de los Premis al Voluntariat recogeremos esta experiencia de reconstrucción social para que esta piña no se deshaga cuando todo pase.
¿Es Baleares una comunidad solidaria?
—No somos la comunidad que tiene más entidades, ni con más voluntariado, que son las fórmulas organizadas de apoyo solidario, pero aquí nos arremangamos enseguida. Hemos demostrado que la respuesta es muy inmediata.
¿Cómo se han organizado las entidades?
—Salut tenía claro un concepto nuevo: no salgas de tu casa. Las entidades pararon por precaución pero algunas cosas no podían frenarse. La mayoría apostó por las nuevas tecnologías y hay experiencias muy interesantes. Cancer Support Mallorca, que acompaña a extranjeros con cáncer dentro del sistema sanitario, se ha adaptado a los pacientes. Asdica, que trabaja en Calvià con discapacidad intelectual y salud mental, ha hecho una radio donde participaban los usuarios… Dentro de todo lo que ha pasado hay muchas cosas que habrá que retomar. Ha sido una época durísima pero ha habido experiencias muy buenas.
¿Tiene el Govern que acompañar a las entidades?
—Hace tiempo trabajamos para recuperar al máximo el trabajo de las entidades con la administración. Hay dos frases conocidas: ‘las crisis son oportunidades' y ‘las crisis son aceleradores de partículas de cambio'. Esta última me pareció ideal porque tenemos una visión muy idealizada del tejido social. Con las crisis conoces y tienes relaciones diferentes con gente que nunca tendrías. Ayudas sin mirar a quién y das un salto, pasas del interés individual al comunitario lo que nos hace una sociedad activa.
¿Negociarán con Hisenda que incremente su presupuesto tras esta situación sobrevenida?
—Me lo replanteo cada día (ríe). Somos una dirección general pequeña, tenemos mucho trabajo y lo seguiremos teniendo. Pediremos reforzar un tejido social que hay que fraguar. Si dejamos de lado lo que se está haciendo, se convertirá en una anécdota de la pandemia. Lo plantearemos pero negociar no es fácil.
¿Cómo ve el futuro inmediato?
—Creo que el voluntariado se estabilizará pero preveo un repunte de necesidades y también de personas que quieren colaborar de forma más concienzuda, no tanto con el ‘me arremango y dime dónde me pongo' y sí con un transfondo más de transformación.
Baleares cuenta con más de veinte entidades COVID-19
Ser una entidad COVID-19 quiere decir que cumples con todos los requisitos exigidos como es tener un plan de voluntariado que indique para qué quieres voluntarios, qué trabajo harán o cómo los tratarás, y que además incluya aspectos de formación. «Parecen muchos requisitos pero da calidad a la acción del voluntariado más allá de lo vecinal, donde no se les exige», dice Maria Amengual. A la veintena de entidades que se han acreditado «les hemos ayudado con la formación, de forma coordinada con Creu Roja, también con la movilidad o con peticiones concretas que se han resuelto como facilitarles equipos de protección individual (EPI) u otros recursos. También hemos empezado un programa de tutorización para relacionarse de forma electrónica con la Administración».