Rápidos de reflejos, en la primera semana del estado de emergencia Claudio Martín de Loureiro y su socia Mercedes Cirer observaron de inmediato que tras la emergencia sanitaria había un problema económico detrás. Así, desde la Carnicería Cala Major decidieron ponerse manos a la obra de inmediato e impulsaron una despensa solidaria para ayudar a sus vecinos: aquellos que de un día para otro se quedaron sin trabajo o veían como se esfumaban las posibilidades de volver a su trabajo de temporada turística.
«Hemos tenido abierto todos los días del estado de alerta y conocíamos a mucha gente sin papeles que no tienen contratos ni ayudas que están pasándolo mal», cuenta Martín. Así pusieron en marcha un depósito de alimentos básicos y el bote de propinas empezó a sufragar la carne fresca de los más necesitados, desde familias con niños, a gente sola, sin techo que están durmiendo en la playa o extranjeros residentes. Cala Major es un crisol de vecinos en el que se mezclan suecos en busca del sol y temporeros turísticos en la cuerda floja.
La iniciativa de Carnicería Cala Major cuenta con el apoyo económico de la filial mallorquina de los hinchas del equipo de fútbol River Plate. En total, el argentino Claudio Martín calcula que «hemos rebasado los 1.000 euros».
Efecto contagio
Las redes sociales y el efecto contagio de Whatshapp ha multiplicado las muestras de apoyo y las donaciones. Mientras tanto, Martín invita a aquellos que lo necesiten a «recoger alimentos sin que pasen vergüenza.
Conocemos a mucha gente que está pasando dificultades». Las pequeñas iniciativas solidarias se multiplican, cuenta Martín, que observa cómo grano a grano se puede llenar una playa. O mejorar la vida de su entorno.