El 27 de marzo, unos diez días después de que se decretara el estado de alarma y el confinamiento en España, las webs de pornografía recibían más visitas que Netflix, Amazon y Twitter juntos. La apertura del servicio Premium gratuito por parte de Pornhub, la página web de sexo explícito más grande del mundo, disparó su consumo.
Entre el 24 de febrero y el 24 de marzo, a nivel mundial, la demanda pasó del 0,3% al 18,5% y concretamente en España, del 0,6% al 30%, alcanzando el máximo del 61,3% el 16 de marzo, 50 puntos por encima del tope mundial (11,6%).
Por comunidades, Baleares lidera el consumo medio de pornografía con 9 minutos y 41 segundos, 31 segundos por encima de la media nacional. Los datos, aportados por el mismo portal Pornhub, fueron recogidos y analizados en un estudio sobre la relación entre la pornografía y el confinamiento de la catedrática de la Universitat de les Illes Balears (UIB) Carmen Orte, y sus compañeros Lluís Ballester y Lluc Nevot.
«La situación de aislamiento ha trastocado nuestra vida cotidiana en muchos ámbitos», asegura Orte. «La COVID-19 se convierte aquí en un elemento muy valioso de marketing del negocio de la pornografía para captar nueva clientela, reactivar a quienes ya lo eran y recuperar a quienes luchaban con gran esfuerzo por dejar de serlo», añade.
La estrategia de abrir las cuentas Premium no sólo afectó al incremento de consumidores, también a quienes se dedican al porno casero. Y es que el tiempo consumido ante las pantallas durante el confinamiento ha supuesto el incremento de diversos riesgos como que se publiquen vídeos sin consentimiento, de los que se apropian los piratas informáticos. «Como venden todo lo que les llega, la gente se da más a protagonizarlo. Hay un entramado enorme, con unos tentáculos muy grandes, y durante el confinamiento, se convierte en la estrella», observa esta catedrática, que recuerda la puesta en marcha del movimiento #NotYourPorn (No es tu porno).
Además ha habido un incremento de la práctica del sexting entre los españoles (el 68% ha practicado algún juego erótico online en los últimos días) y más ofertas de la industria pornográfica dirigidas a jóvenes.
Estos portales específicos venden contenidos seleccionados por temáticas. Las categorías más vistas en Baleares son: alemanas/alemanes (33%), pies (29), anal (14%) o dibujos animados (9%).
En el estudio se advierte del caso de los menores, que ahora tienen más tiempo para estar conectados, por lo que «la supervisión familiar es esencial». Los resultados, para Carmen Orte, son «lamentables». Esta experta recuerda que «hay muchas cosas por hacer en casa» y que «hay que buscar actividades alternativas».
Este grupo de expertos considera que ahora puede ser un buen momento de abordar este tema en familia para preparar y prevenir a los menores. «Hay que tomar conciencia y poner los controles adecuados. Si ya se habla de sexo con los niños no habrá barreras con los adolescentes», recomienda, pues la implicación de progenitores en la educación afectivo sexual incide sobre la capacidad de respuesta. En el fondo, asegura, «usar la pornografía es una manera de potenciar un modelo de sexualidad negativo para uno mismo, es la negación de la imaginación». Si bien también admite que hay «un porno más cuidado aunque no es el que se vende, el que vende es el de insultar, el de hacer daño», lamenta.
Atraso en la igualdad
Por otra parte, la pornografía «se cuela» en una sociedad que quiere avanzar en igualdad. A través del sexo explícito se promociona a un tipo de mujeres, «con modelos arquetipados, incluso en el aspecto físico», explica. Esto impacta más cuando son chicas jóvenes que creen que deben verse reflejadas en ellos. «Te vienen a decir que hay que tener tetas enormes y estar depilada de arriba a abajo... Y cuando tienes 14 o 15 años es lo que ves, y lo que tus colegas te piden». El consumo de la pornografía es de ámbito masculino, pero no exclusivo. «Las mujeres también lo ven, menos, pero ha aumentado». Mientras ellos buscan una estimulación «pura y dura», ellas «también se masturban pero no es su motivación inicial sino la curiosidad de saber qué les motiva a ellos. Es hasta doloroso oír estas cosas», asevera Carmen Orte, quien ve en la pornografía uno de los grandes escollos para la igualdad.