Las bodas de este año se están posponiendo al 2021. E incluso al 2022. Lo que no ha conseguido un día de lluvia se lo está llevando por delante el coronavirus: las nupcias se han desplomado y se van retrasando a septiembre, a la espera de que se levanten las restricciones de reuniones de personas y el distanciamiento social. Algunos esperan a que en 2022 el temporal escampe. Empezaba ahora la temporada alta de bodas y la COVID-19 se ha tornado un muro insalvable. El distanciamiento social no se contempla en una ceremonia en la que se mezclan todos los ingredientes para el contagio: acumulación de invitados, besos y abrazos, comida compartida en cócteles, buffets y barras libres...
Se espera que a partir de la segunda fase, el 25 de mayo si todo sigue así, se pueda restablecer la celebración de bodas para un número muy limitado de asistentes, mientras que en la fase 3 (a partir del 8 de junio si sigue la misma progresión) se permitirá ampliar aforo. Aún así, son muchas las parejas que han decidido posponer su enlace.
Y es aquí cuando entra en juego el sector de la celebración de bodas, un motor económico en si mismo. Fuentes del ramo señalan que está todo parado y se ha aplazado a 2021. Eso sí, se espera que el año que viene se duplique el negocio.
Solo en el registro civil de Palma estaban previstas alrededor de 20 bodas a la semana. En total, hasta hoy, se han anulado 160 enlaces y aún se desconoce cuando se podrán retomar. A finales de mes está previsto empezar a señalar nuevas citas.
En el Ajuntament de Palma por otro lado, las anulaciones también han caído en cascada. En abril se pospusieron 15 y se celebraron 3. En mayo se retrasaron 24 y sólo 3 se llevaron a cabo. De las 31 solicitadas en junio, 15 ya se han pospuesto. El año pasado, en los meses de marzo, abril y mayo, se celebraron 40 enlaces.
Respecto a las celebraciones religiosas, tal y como señala Teodor Suau, deán de la Catedral de Palma, «este año estaban previstas 32 bodas y se han pospuesto prácticamente todas». Aunque la Seu podría llenarse hasta el 30 por ciento de aforo, unas 450 personas sentadas, la imposibilidad de celebrar la fiesta posterior ha llevado a muchas parejas a retrasar su enlace. «El año pasado celebramos 41 bodas y para 2021 ya tenemos 22 pero aumentarán porque se irán sumando las de este año».
Mientras tanto, en la iglesia de La Porciúncula tenían previstas cuatro bodas estos meses, que se han dejado para septiembre. No existe un registro centralizado de las nupcias religiosas y es cada iglesia o parroquia quien lleva el número total, aunque en 2018 se consumaron 772 matrimonios en Mallorca, a la espera de las cifras de 2019.
La organizadora de bodas Lluïsa Llull advierte que «todo está parado y mis novios lo han dejado para el año que viene. No se entiende una boda con pamela y mascarilla». Aunque se puedan celebrar convites con 50 personas en la fase 4, «los españoles no lo entienden con la distancia social», dice esta empresaria.
Para comprobar el clima entre los novios, nada mejor que los foros dedicados a esta temática. Ya hay grupos para las damnificadas que no han podido celebrar su fiesta el día acordado. Asumido el retraso de sus bodas, muchas proponen en la nueva cita colgar carteles con la fecha original del enlace, como si de un viaje al pasado se tratara: «Bienvenidos al 12 de abril de 2020». Las ganas de celebrar siguen ahí.