En una de las inmensas naves de la base militar Jaime II, los 24 militares de la unidad de Zapadores de la Comandancia General del Ejército de Tierra en Baleares preparan sus trajes de protección especiales para la siguiente misión. Les hemos visto actuar en distintos escenario. Es una sección muy versátil y especializada. Desde el pasado 18 de marzo, la unidad se ha centrado en aniquilar al enemigo común, el coronavirus.
Actúan según las peticiones que reciben del Ministerio de Defensa a través de la Delegación del Gobierno en las Islas. Durante este mes y medio, ya han realizado 55 actuaciones de desinfección en todas las Balears, desde el aeropuerto, el puerto de Palma y así como en diversas residencias donde se han dado casos de positivos.
«Mi mayor preocupación es que mi equipo salga siempre limpio de cualquier actuación. Por eso hacemos mucho hincapié en la autodescontaminación y autodesinfección. Es mejor pecar por exceso que por defecto». Lo dice el sargento primero Camilo Augusto Callejas, especialista en defensa nuclear, biológica y química del Ejército de Tierra. Dirige esta sección con mucha responsabilidad y preocupación por el futuro incierto. Antes de iniciar las labores de desinfección de una zona, externa o interna, Callejas hace un reconocimiento previo del equipo seleccionado. Luego pasan a la acción.
Material específico
En una situación de actuación, ahora mismo serían las siete y media de la mañana. Callejas reuniría al equipo que desinfectaría una zona afectada por el virus. «Primero, preparamos el material específico, el agua y la lejía que utilizaremos». A continuación abrirían los EPIs. Son uniformes de defensa NBQ (nuclear, biológica y química). El traje se compone de una chaqueta, un pantalón, un cubrebotas y guantes (en plural). Parece complicado, pero tardan pocos minutos en colocárselo.
La capa exterior es impermeable, «lo que permite repeler los agentes biológicos». Un único uniforme se reutiliza haciendo, después, una buena desinfección. Callejas extrae de una bolsa verde militar la máscara de gas con dos filtros hepa. Cada uno tiene una vida de 100 horas.
La unidad de Zapadores realiza misiones muy específicas, que van desde construcción estructuras, caminos o demoliciones. La soldado Lara Sánchez forma parte de esta unidad. Lleva alistada en el Ejército desde 2014. Hasta noviembre de 2019, estuvo destinada en la misma sección pero en Zaragoza. Pidió cambiar de destino a la Isla, y hasta ahora no se había topado con algo tan importante como es esta crisis sanitaria. «Nos pilló por sorpresa. Aunque estamos muy preparados, y hacemos instrucción con el traje NBQ, jamás hubiese pensado que esto sucedería».
La soldado reconoce que está «contenta» de poder ayudar. Hace poco, una unidad desinfectó una residencia de ancianos, y Sánchez dice que lo más difícil es estar horas metido en ese traje y con la máscara puesta. «Como pesa tanto, acabas la misión con dolor de cabeza», reconoce.
Los Zapadores tardan en torno a una y tres horas en finalizar una desinfección en una zona. El tiempo puede ser inferior o superior dependiendo de la carga de trabajo. Callejas tiene en cuenta la dificultad que supondría que alguno se contagiara. Insiste en que «contra menos personal implicado en una desinfección, mucho mejor». Las puertas de esta nave de la base Jaime II se abren y cierran estos días a la espera de recibir otro pistoletazo de salida.
Tareas de desinfección en residencias
La unidad de Zapadores de la Comandancia General de Balears realizó los pasados 25 y 26 de marzo las tareas de desinfección en el centro Son Tugores, una residencia para personas con discapacidad psíquica. Actuaron en las áreas comunes y zonas exteriores del edificio. Una vez finaliza la misión, el equipo se autodescontamina con agua y lejía. Utilizan trajes de máxima protección que repelen a los agentes biológicos.
Desde el 18 de marzo, ya han realizado 55 actuaciones de desinfección, tanto en residencias de ancianos, instituciones, como aeropuertos o puertos en Balears.