El 30 % de las aguas residuales que llega a las depuradoras gestionadas por la Agència Balear de l'Aigua i la Qualitat Ambiental (Abaqua, dependiente de la Conselleria de Medi ambient i Territori) supera los límites establecidos en cuanto a presencia de contaminantes.
Joan Calvo, secretario general de Abaqua, explica que «en Baleares no tenemos mucha industria, pero sí una intensa actividad turística que genera unos contaminantes que llegan a las depuradoras. A éstas sólo deberían llegar aguas fecales, pero nos encontramos con aceites y grasas de la restauración, sustancias químicas de polígonos industriales y marinas secas, y restos de mataderos. Existen unos umbrales para estos y otros residuos contaminantes, pero en las aguas residuales de Mallorca se superan en un 30 % del volumen que llega a las depuradoras».
Concretamente, y con datos de 2019, las 56 depuradoras de Abaqua en Mallorca trataron 27,3 millones de metros cúbicos. El 29,7 % de ese volumen llegó del alcantarillado a las depuradoras superando los límites fijados para contaminantes. Aun así, sólo el 0,97 % del volumen tratado tuvo como resultado una mala depuración. La situación es especialmente deficiente en Eivissa, donde el volumen mal depurado asciende al 45 %.
Calvo indica que «a nuestras depuradoras están llegando residuos industriales que deberían tener su propio circuito de gestión y no acabar en las alcantarillas a través de vertidos incontrolados. A todo ello se añade la falta de separación entre la canalización de aguas residuales y la de pluviales, que, en caso de lluvia intensa, dificulta enormemente la capacidad de tratamiento de las depuradoras».
El secretario general de Abaqua destaca también que «los ayuntamientos, que son los competentes en las redes de suministro y alcantarillado, se preocupan ahora de reducir las pérdidas en las canalizaciones de agua potable. Sin embargo, en los alcantarillados también hay pérdidas y es igualmente importante proceder a su reparación, pues producen filtraciones contaminantes en el suelo y, en caso de intrusión marina en una zona cercana a la costa, a la depuradora llega una mezcla de agua fecal y agua salada que dificulta el tratamiento. Además, después del proceso de depuración, el agua tratada es vertida con un nivel de salinidad que no es el adecuado. Repito que a las depuradoras deben llegar aguas fecales y no todo tipo de mezclas».