«Hace 45 días que el Costa Deliziosa navega en dirección a Italia desde el puerto australiano de Adelaida», señala Toñi Segado, una más de la docena de pasajeros mallorquines que viaja a bordo del buque que este domingo se encontraba frente a la costa del Yemen, después de una parada en Muscate (Omán) para tareas de avituallamiento de combustible y víveres.
«Todos estamos bien y seguimos la rutina habitual, hemos pasado la cuarentena y no se ha detectado ningún caso de COVID-19», indica Segado durante la conversación telefónica. El buque enfilará en las próximas jornadas el Canal de Suez para entrar en el Mediterráneo, toda vez que su destino podría ser algún puerto italiano, de donde es la compañía propietaria, Costa Cruceros.
Este es, al parecer, el principal problema del pasaje. «Nosotros –se refiere al grupo de pasajeros españoles– queremos desembarcar en un puerto español, no tiene sentido entrar en Italia donde está el foco de la infección», indica Segado, que puntualiza que «el lugar más idóneo sería Barcelona, donde la naviera tiene un punto de atraque».
El tema está siendo objeto de negociación con los responsables del barco, aunque no parece que será hasta el próximo martes cuando se pueda vislumbrar alguna decisión al respecto. En todo caso, nada indica que haya un clima crispado en el buque.
Mientras, el Costa Deliziosa ofrece un crucero sorprendente e inesperado para todos sus pasajeros, que inicialmente debían recorrer la costa australiana y el Pacífico sur, pero se han encontrado con una travesía desde las antípodas por culpa de la pandemia del coronavirus.