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Pandemia de coronavirus

Prohibida la venta de jaulas durante el confinamiento

El cartel de la pajarería Arnaiz indica que las jaulas no son de primera necesidad. | Pilar Pellicer

| Palma |

Una de las paradojas de este confinamiento –este jueves se cumple el día 19 del estado de alarma por el coronavirus– es que está prohibida la venta de jaulas; la venta de jaulas en las tiendas de mascotas y otros animales. No son un artículo de primera necesidad. Lo explica Margarita que, junto a su marido, José Ramón, atiende en una pajarería de Palma que antes se llamaba Arnaiz pero que todavía no ha colgado el cartel con el nuevo nombre.

«Sólo podemos vender comida para los pajaritos, pero nada de esto otro que ves aquí», dice Margarita, que muestra varios carteles que detallan todo lo que «no es de primera necesidad», casi todo, incluidas las jaulas y los elementos que se cuelgan en ella. Los propios pajaritos tampoco se pueden vender ya que está prohibida la venta de animales.

Por eso, la zona de jaulas con pájaros que cantan ajenos a todo, tiene una especie de precinto, como los que se ponen para no acceder a algún espacio. «No, fotos a los pájaros en su jaula no, que luego se quejan los animalistas», aclara Margarita.

Los días del estado de alarma descubren mundos y situaciones que, antes, nunca hubieras imaginado. No es un asunto menor, por ejemplo, el debate que se da entre quienes atienden en tiendas de mascotas. En Baleares, puede haber un mínimo de 65, que son las que se anuncian en las páginas amarillas de la web de Telefónica y las cerca de 200, que reunirán las condiciones para ser consideradas como «relacionadas con animales y mascotas», según la relación de Empresite, una base de datos de las empresas españolas.

El ‘transportin' del gato

Hay un gran debate y muchas situaciones relacionadas con los animales de compañía que ha dejado sin resolver la declaración del estado de alarma. Puede parecer un asunto menor y no lo es.

Eso es, al menos, lo que explica Pedro, el propietario de Pets Place, una marca comercial que se anuncia como «el mejor amigo de tu mascota». Está en la calle Blanquerna de Palma y el día que todo esto acabe habrá que volver a ella y ver cómo se resolvió todo.

Por ejemplo, si habrá llegado a aclararse por qué las chuches para perros y gastos no se pueden vender y el pienso, en cambio, sí.

Pedro comenta que se buscan mil y una fórmulas ingeniosas para no dejar sin chuches a quienes tienen mascotas, «que son un poco como sus hijos». Por ejemplo, cuando alguien viene a comparar pienso se le puede «regalar» un paquetito de golosinas.

Pedro también informa de que tampoco los ‘transportines' que se usan para llevar gatos y perros que precisan atención veterinaria son de primera necesidad. «¿Y cómo le dices a alguien que no?», pregunta. Y la respuesta es que se venden si la persona que lo quiere muestra un documento con la hora de la consulta.

La hora de las compras

En estos tiempos del estado de alarma, en que tienen que justificar cualquier salida, es fundamental poner la hora de las compras» por si te preguntan dónde vas o de dónde vienes.

José Antonio vive en Palmanova pero espera su turno en la puerta de Aquatrópolis, centro especializada en todo tipo de peces y reptiles.

«Sólo hay tres en Palma y he tenido que venir hoy a por comida para mis tres camaleones. Venía preocupado porque, a ver cómo le explicas a un policía que vas a comprar comida para un camaleón».

Ha tenido suerte, a menos a la hora de encontrar lo que buscaba. Venía a por grillos vivos y se lleva tres envases. Se los vende Cristina, autónoma que lleva la tienda. Puede vender grillos y otros animales que son para comer pero no camaleones ni tortugas. Cuenta que «estamos vendiendo un 90 % menos y encima soy autónoma».

Hay varios mundos pero están en éste, se empeña en mostrar cada día el ritmo de vida que ha impuesto el COVID-19 y donde los perros pueden acabar ‘estresándose'. «Necesitan dos paseos largos pero no salir a cada momento, ellos lo notan», ha comentado antes Pedro, el de Pets Place.

Las palomas van a su aire, como siempre. Picotean lo que pueden o se quedan quietas en algún balcón. Vuelan. Y la poca gente que va por la calle se las queda mirando.

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