Las monjas clarisas, una de las comunidades de vida contemplativa con más arraigo de Palma, han iniciado una novena para solicitar la intercesión de Sant Sebastià, patrón de la ciudad, para atajar la pandemia del coronavirus.
Se da la circunstancia, según explicó la abadesa, que «hemos tenido que comprar una imagen de Sant Sebastià ya que no había ninguna en el convento», señalando a continuación que durante los primeros días finalizaban los rezos en lo alto del campanario «para poder expandir las bendiciones a toda Palma». Sin embargo, dada su condición de clausura, en las últimas jornadas realizan el recorrido por el interior del recinto –que se mantiene cerrado a cal y canto– y evitan así su exposición en el exterior que había sido detectada por algunos vecinos del Casc Antic.
Además, las plegarias de las clarisas las han reforzado con un rosario específico para atajar la COVID-19.
Esta aportación de las religiosas ha tenido un amplio eco entre el vecindario, de hecho, la propia abadesa admitió que recibía contínuas llamadas de personas que se interesaban para conocer qué horario tenían sus rezos para incorporarse a ellos desde sus domicilios.
Sant Sebastià se convirtió en el patrón de Palma cuando en 1523 un hueso del santo llegó a la ciudad, que en estos momentos se encontraba asolada por la peste, y coincidió con el súbito descenso en el número de afectados. Un siglo después, el Vaticano accedió a su designación como patrón de la ciudad y su reliquia se custodia en la Catedral.
Por su parte, la madre abadesa del Convento de la Purísima Concepción, sor María Paulina González, explicó ayer que «se han anulado las eucaristías, pero abrimos las puertas de la iglesia a las 17.00 horas para la adoración del Santísimo. Ahora sólo vienen 4 ó 5 personas y se sientan muy separadas entre ellas. Antes venían diez o doce personas. Por lo demás, las consecuencias más notables son las anulaciones de las citas médicas de las hermanas más mayores. Para las compras, salimos como antes, para justo lo necesario y necesitamos muy poco. Vemos las misas por televisión y rezamos por todos».
El padre Jesús Miguel, rector del Socors, señaló que «siguiendo lo dicho por la Conferencia Episcopal, llevamos dos días haciendo sonar las campanas a las 12.00 horas para invitar a orar a quienes permanecen en casa y hacer llegar a enfermos y a quienes sirven y trabajan la ayuda del Señor y el agradecimiento de la Iglesia. Sin embargo, parece que el resto de iglesias de Palma no está haciendo lo mismo».
La ermita de Valldemossa sigue abierta, pero cierra su tienda
La ermita de la Trinitat, en Valldemossa, es el último reducto de ermitaños en Mallorca, con sólo cuatro miembros en su comunidad. Uno de los ermitaños declaró ayer a este periódico que «la ermita sigue abierta para entrar en la capilla o llegar al mirador, pero nosotros no mantenemos ningún contacto con los visitantes. Sólo había posibilidad de contacto en la tienda que tenemos, pero la hemos cerrado por la propagación del coronavirus».
Respecto a algún problema de logística como consecuencia del confinamiento, el ermitaño indicó que «solemos ir a comprar a Valldemossa, pero lo hacemos muy poco, ni siquiera una vez por semana, por lo que para nosotros no supone ningún cambio apreciable».