La unión hace la fuerza y así lo demostraron ayer los agricultores y ganaderos de Mallorca que han tomado este sábado las calles de Palma bajo el lema Pagesos al límit. Hasta 240 tractores y unas 400 personas procedentes de todos los puntos de la Isla se concentraron en la capital convocados por Unió de Pagesos, Asaja y UPA para reclamar al Gobierno español una política de precios justos y que se reconozcan los sobrecostes provocados por la insularidad.
«Hoy hemos demostrado que el mundo rural continúa vivo y no queremos morir». Con esta proclama el representante de UPA, Baltasar Martí, animaba la protesta ante los concentrados en la Delegación del Gobierno. No en vano la de este sábado fue la mayor tractorada de las últimas décadas (con la excepción de la de finales de los setenta) y que, en esta ocasión, viene acompañada por el apoyo ‘moral' de buena parte de la ciudadanía que al paso de los tractores les animaba con frases de «no afluixeu», aplausos o toques de claxon.
Los efectos adversos de la insularidad «impiden que podamos competir en igualdad de condiciones con nuestros compañeros del continente», explicaba el gerente de Asaja, Joan Simonet, durante la lectura del manifiesto en el que también se recordó que son necesarias medidas reales para incrementar el consumo local con unos precios justos, además de medidas para reducir los costes de producción.
«Hoy hemos tomado Palma», espetó el secretario general de Unió de Pagesos, Sebastià Ordines, entre aplausos justo antes de reunirse con la delegada del Gobierno, Aina Calvo.
Hoteleros
El sector hotelero también fue objeto de críticas por parte de los manifestantes al recordar que, salvo contadas excepciones, el sector turístico no apuesta por los productos de aquí. «Compran bajo criterios de precio, en centrales de compras», explicó Simonet apoyado por el resto de representantes agrícolas, que recuerdan que la implicación de la hostelería con el sector agrícola y ganadero de Baleares es una reivindicación histórica de los payeses. «La actividad agraria en Baleares es la que asegura la alimentación de las personas, es elemento clave para mantener el paisaje, lucha contra el cambio climático y diversifica la economíaa», señalaban.
La protesta de los payeses comenzó a primera hora de la mañana. Entre las ocho y media y las nueve de la mañana los primeros tractores ya se concentraban en los siete puntos de encuentro asignados. Coordinados por las tres asociaciones, los vehículos agrícolas llegaron a Palma divididos en cuatro columnas: Llevant, Pla, sa Pobla-Raiguer y Migjorn.
A medida que los tractores avanzaban y pasaban por los diferentes municipios, otros payeses con sus vehículos les esperaban en el andén de la carretera o en caminos rurales, para después incorporarse a la fila. La hilera de tractores en la carretera vieja de Sineu ocupaba más de un kilómetro. Las retenciones llegaron al entrar a la rotonda de Can Blau de Palma, donde se juntaron diversas columnas de tractores hasta llegar a la avenida de Mèxic, punto de partida de la protesta.
Los 950 metros de la amplia avenida palmesana quedaron plagados por los tractores que ocupaban dos de los carriles. Pasadas las doce del mediodía, empezó el desfile de vehículos agrícolas escoltados por la policía. A toque de claxon y entre las miradas expectantes de los ciudadanos –que hacían fotos y vídeos con sus teléfonos móviles– los tractores recorrieron las Avenidas, institutos y Passeig Mallorca hasta llegar al Born. El colapso fue tal que los tractores a la cabecera de la protesta ya había llegado al Born y los últimos tuvieron que dejar sus vehículos en el Passeig Mallorca. Las calles estaban literalmente tomadas por los payeses. Entre ellos no faltaron representantes políticos como Biel Company (PP), Joan Collet (Més) o el gerente del Fogaiba, Mateu Morro. La delegada del Gobierno, Aina Calvo, recibió a los representantes de las tres asociaciones y recordó los «planes estratégicos» que elabora Madrid. Desde aquí, le recordaron la importancia de que haya un relevo generacional y ello solo será posible con medidas efectivas que garanticen la viabilidad de un sector muchas veces olvidado.