Olga Ballester, exdiputada del Parlament balear, dejó la dirección de Cs en Balears por discrepancias con la nueva ejecutiva. Ha estado unos meses alejada de la política, pero vuelve como miembro de la lista con la que Francisco Igea aspira a ser el presidente del partido frente a Inés Arrimadas. Las votaciones se celebran este fin de semana.
¿Por qué con Igea y no con Arrimadas, que parece la clara ganadora?
— Para mí lo importante es el proyecto que tiene el partido en cuanto a organización interna porque aquí no hay discrepancias ideológicas sino de organización. La organización piramidal que hemos tenido nos ha llevado a los pésimos resultados de las últimas elecciones.
¿Cree que ha sido decisivo?
— Sí. El presidente elige a todos los cargos del partido, a todos, y por eso es fundamental cambiar esta organización para que el partido se reconstruya. Si solo decide una persona, los errores en las estrategia son más graves. Arrimadas es una luchadora, una gran diputada, pero una líder también tiene que saber escuchar y analizar los errores. Eso no se está haciendo. Si no se cambia la organización interna, Cs está muerto.
¿Qué errores se han cometido?
— Comenzaron en 2017, cuando se cambiaron los estatutos para conseguir una estructura piramidal y cesarista. Se anuló el debate y no se escuchó a voces discrepantes que avisaban de lo que podía suceder. Anular el debate favorece adoptar decisiones erróneas y aquí se ha temido la posible aparición de otros liderazgos.
¿También en Baleares?
— En Balears y en todas las comunidades. Se ha castigado la discrepancia. Los afiliados proactivos se han ido y basta ver el resultado a la elección de compromisarios: han votado la mitad. Los afiliados han acabado inflando globos y poniendo carpas. En esta estructura cesarista, hasta ahora solo ha importado lo que opina el César.
El resultado de la votación a compromisarios arroja un triunfo claro de Arrimadas.
— Pero no está todo perdido. Este fin de semana tenemos la opción de que voten todos los afiliados y nuestra candidatura ya ha conseguido desanestesiar a los afiliados. En Palma, por ejemplo, ganó la enmienda a la totalidad a la ponencia de organización y ha habido un gran debate. En Balears, el 44 por ciento de la militancia nos votó a nosotros y ahora toca decir qué modelo de partido queremos. No tiro la toalla, porque creo en la inteligencia del afiliado de Cs, una persona analítica.
¿Qué tal son ahora las relaciones internas por ejemplo con Mesquida, que está en la gestora?
— Con Mesquida apenas he tenido contacto, pero la gestora la controla el núcleo duro de Rivera y ha hecho cosas que no son de su competencia como aprobar los pactos con el PP.
¿Están de acuerdo?
— En una semana hay un congreso y debería debatirse allí, pero de entrada sorprende que solo se haya conocido el reparto de sillones. ¿Dónde está nuestro programa? Nosotros nacimos para evitar esto.
¿Fichar a José Ramón Bauzá fue un error?
— Fue la demostración de ese modo de funcionar cesarista. No solo quito y pongo, sino cómo quito y cómo pongo, como el caso de Fernando Navarro. Mucha gente, incluidos los fundadores, se han ido de Cs por cosas como estas, porque no estamos aquí para conspirar o para mentir, sino para sacar adelante un proyecto. Creo que muchos hemos pensado si vale la pena seguir en este proyecto.