Las 65.000 hectáreas de posidonia de Baleares y las 486 hectáreas de calas y playas de Mallorca generan servicios ambientales y turísticos que suman un valor de 80 millones de euros anuales, según varios estudios científicos recogidos este miércoles por el catedrático de Economía Aplicada Antoni Riera, en una conferencia en el marco de las actividades organizadas por el Govern coincidiendo con la Cumbre por el Clima.
El catedrático, de la Universitat de les Illes Balears (UIB), ha insistido en que esta valoración debe permitir a las administraciones mejorar su toma de decisiones y la gestión, ya que justificaría invertir estas cantidades en la protección de estos activos.
Riera ha resaltado que el objetivo es «superar el tópico del valor urbanístico» y tener en cuenta la capacidad de los ecosistemas para «seguir ofreciendo servicios indispensables para el bienestar de las personas y el desarrollo de la actividad económica», y su relación con los impactos del turismo. Así, se podrá llegar a la conclusión de que «no sólo hay que preservarlo por razones culturales, pero también sociales y económicas», ha argumentado el experto.
En cuanto a las praderas de posidonia, los estudios elaborados estiman 12,4 millones de euros (191,7 euros por hectárea) el valor del servicio de protección de la costa, ya que las praderas atenúan el oleaje y evitan la erosión; en 5,5 millones (85,32 euros por hectárea) su contribución a la mejora de la productividad biológica; y en 3,2 millones (50,33 euros por hectárea) la mejora de la calidad de las aguas. Esto suma más de 21,2 millones de euros para todo Baleares.
En cuanto a las playas y calas, en este caso sólo de Mallorca, los estudios mencionados por Riera en su conferencia se centran en los servicios culturales que aportan como activo recreativo. Traducido a euros, estiman que el valor para los turistas alcanza los 59,2 millones de euros en total. Asimismo, los estudios apuntan que un turista fiel al destino pagaría 1,12 euros al día para evitar la pérdida de un metro de playa; 0,27 euros diarios para evitar la pérdida del 1 por ciento de la superficie de posidonia, y 0,82 euros al día para evitar el cierre de playas -por ejemplo, por la presencia de medusas-.
En otro punto de su exposición, Riera ha explicado que los turistas que visitan Baleares tienen como temperatura máxima de confort los 39 grados centígrados. Así, se espera que como consecuencia del calentamiento Baleares pierda «atractivo climático» en el futuro y los visitantes se desplacen a zonas menos calientes del norte.
Una manera de contrarrestar esto podría ser, por ejemplo, cubrir los hoteles de fachadas vegetales para reducir la sensación térmica. Según los datos aportados por el catedrático, el turista estaría dispuesto a pagar 11,3 euros por este beneficio. El experto ha insistido en la necesidad de valorar económicamente estos servicios para la gestión. «Sabiendo esto, un hotelero podría estar dispuesto a hacer una inversión, no por altruismo, sino por motivos económicos», ha enfatizado.
Con todo, la disposición a pagar por mantener estos servicios ambientales es más alta entre los visitantes alemanes y más baja entre los británicos. Esta conferencia ha sido organizada por la Dirección General de Promoción Económica, Emprendimiento y Economía Social y Circular en el marco de las actividades por la Cumbre del Clima de la ONU en Madrid (COP25) y la Agenda Baleares 2030. La directora general, Vanessa Rosselló, ha recordado que el objetivo de estas actividades es añadirse a la cumbre del clima desde Baleares desde los ejes de sostenibilidad ambiental, social y económica.