Baleares presenta el índice de generación de residuos más elevado de España, con una media de 763,5 kilos por habitante y año, de los que 629 (un 82,3 %) van directamente a rechazo, es decir, no pasan por un proceso de selección para su reciclaje.
Las Islas muestran además, como en muchas otras cuestiones, un acentuado comportamiento de estacionalidad, pues, en verano, la producción de residuos en Mallorca es un 35 % más alta que en invierno. Este incremento, siendo importante, se ve ampliamente superado en Menorca (154 %) y en las Pitiüses (161 %).
Estos datos son el resultado de un estudio de Rezero (Fundació i Prevenció de Residus i Consum), presentado este miércoles por su directora, Rosa García; el conseller de Medi Ambient i Territori, Miquel Mir; y el director general de Residus, Sebastià Sansó.
A partir de 28 indicadores, el informe analiza la situación actual de la gestión de los residuos en Baleares y presenta una serie de propuestas para avanzar hacia un escenario de «residuos cero».
En líneas generales, la recogida selectiva en las Islas muestra un nivel bajo, con un 16,45 %, y sólo ha crecido un 3 % en los últimos ocho años. En verano, no sólo aumenta la producción de residuos, sino que el porcentaje de la recogida selectiva desciende entre un 4 y un 6 %.
El estudio detecta que los residuos de construcción han aumentado un 180 % en los últimos cinco años en Mallorca y recuerda que, en 2018, sólo en el suelo rústico de la Islas se concedieron 613 permisos de edificación.
Aunque el nivel de recogida selectiva es, en general, bajo, hay municipios que sí pueden presumir de ir adelantados en este aspecto. Doce de los 67 municipios de Baleares superan el 60 % de recogida selectiva con sistemas individualizados como el puerta a puerta o el pago por generación. Estos doce municipios son Esporles, Bunyola, Puigpunyent y 9 del Raiguer: Alaró, Binissalem, Búger, Campanet, Consell, Mancor, Lloseta, Santa Maria y Selva. También son los únicos municipios donde no se superan los 120 kilos de fracción de rechazo por habitante y año, cuando la media balear es de 629 kilos.
Según Rosa García, «esta situación, por una parte, viene dada por el aumento en cantidad y diversidad de los productos de usar y tirar sin que se penalice su impacto y, por otra, porque se dejan de fomentar los productos que son reutilizables o reparables. El incremento de los productos de un solo uso es exponencial y no hay ninguna regulación para que los fabricantes se responsabilicen de la repercusión ambiental y económica cuando esos productos se convierten en residuos».
Referidas a Baleares, las propuestas del informe son la correcta implantación de la Llei de Residus, sobre todo en los productos de un solo uso o de corta duración; una mayor recogida de la fracción orgánica (sólo es el 2,8 % del total seleccionado); el impulso a políticas de investigación, desarrollo e innovación en materia de residuos; y la promoción de campañas generalizadas de educación ambiental.
El estudio también recoge que el 3,5 % de las emisiones de gases de efecto invernadero en Baleares procede de la incineración y los vertederos.