Miquel Garau (Palma, 1985) es coach medioambiental, entrenador personal y licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Además, es el impulsor de No más colillas en el suelo Mallorca, una plataforma que busca concienciar a la sociedad sobre los problemas que sufre el medioambiente por desechar mal los cigarrillos. Desde el pasado lunes día 12 ha organizado diferentes recogidas de colillas en playas y calas para hacer la Muntanya de sa Vergonya –una montaña de colillas. Los actos finalizarán el próximo día 22, a las 18 horas, en Can Pere Antoni.
¿Cuándo empezó con este proyecto?
—El 10 de octubre de 2016. Estaba viviendo en Barcelona donde estudiaba la carrera. Ya llevaba un año obsesionado con las colillas, y me fijaba en que todos los fumadores, y si no todos el 99 %, tiraban las colillas al suelo. En ese momento veía vídeos de YouTube de crecimiento personal y trabajaba ocho horas como entrenador personal. Así que pensé ¿y si trabajo una hora más al día por algo que no sea por dinero? Ese día, el 10 de octubre de 2016, iba con la moto y un fumador tiró una colilla por la ventanilla y me pegó en el casco, así que decidí montar la página de Facebook de No más colillas en el suelo Mallorca.
¿Era una página de difusión, o ya tenía claro que sería algo más?
—Yo soy un doer, un hacedor, y si pienso algo lo hago. Por eso creo que es importante mirar de forma más global y a la que tengas energía hacer algo, al final lo que se busca es inspirar a la gente.
¿Desde cuándo siente esa energía para ayudar a las personas?
—A partir de 2012 tuve la oportunidad de convivir con una mujer que era coach. Yo no sabía que era el coaching pero como entrenador personal me interesaba mucho. Así me di cuenta de que lo que una persona hace depende de sus ideas y sus pensamientos. Y creo mucho en elaborar un entorno para que el éxito sea inevitable, y después mirar a la luz de las personas y no a la sombra para empoderarla y que hagan cambios.
¿Lo de coach medioambiental viene de ahí?
—Sí, primero lo empecé a aplicar con mis alumnos de entrenamiento personal y funcionó muy bien, así que lo trasladé al medioambiente. Creo un entorno positivo para que hagamos amigos en el camino, porque así nos organizamos mejor. Yo amo el medioambiente desde hace unos años, antes apenas existía para mí. Pero he nacido en Mallorca y amo las playas y las calas, y me duele en el alma ver que tenemos las playas como un cenicero.
¿Cuánta gente ha llegado a su movimiento?
—Desde esa colilla en mi casco en Barcelona ha crecido mucho y ya tenemos más de 20 embajadores por todo el mundo, y muchísima gente se ha sumado a las recogidas. Yo estoy encantado de que la gente se sume a la causa y de darles todos los trucos.
¿Cuando comenzó las campañas?
—Este es el tercer año. El primer verano recogimos 61.000 colillas en 60 playas y calas, el segundo 102.000 colillas en 83 playas y calas, y este es el tercero. Pretendemos recoger otras 100.000 en los diez días que dura la actividad en diferentes playas de Mallorca. Con las colillas que recojamos y que traiga la gente, unidas a las del año pasado, el próximo día 22 a las 18 horas haremos una gran Muntanya de sa Vergonya en la que esperamos concienciar a millones de personas.
¿Cuál cree que sería la manera de atajar el problema de las colillas?
—Sin sanción no hay solución, así que creo que deberían empezar a multar a quien las tire al suelo.
¿Qué diría a la gente que quiera concienciar sobre el problema?
—Que se vayan a la playa con un cartel y antes de bañarse recojan colillas. Así tienes una misión, y las personas comienzan a reaccionar. La gente tiene ganas de hacer cosas, solo hay que tocar la tecla idónea.