El pasado domingo 21 de julio la perrera de Son Reus amanecía con un trágico suceso. Maya, un can que llevaba en espera de adopción más 220 días, se había autolesionado tras una operación y murió desangrada en las instalaciones.
Los animalistas presentaron una demanda ante los juzgados pidiendo explicaciones al veterinario del centro. Ante el archivo de la causa, el abogado Francisco Capacete ha presentado un recurso visto que no se adoptó la medida cautelar de inmovilizar como prueba el cadáver del perro.
«La encontraron en un charco de sangre en la enfermería, donde la tenían para volver a intervenirla de una castración que le hicieron hacía apenas una semana», explica Leonor Bauzá, la demandante. «Yo ya le pedí al veterinario que la trasladase a una clínica privada donde hubiese cirujanos las 24 horas y me contestaron que dónde iba a estar mejor que allí», relata. Bauzá tacha de «absoluta negligencia» el caso de Maya que forcejeó con los puntos de la operación y terminó desangrada. «En Son Reus solo se queda una persona de guardia el fin de semana, y no hay veterinario», se queja Leonor Bauzá.
Por su parte, el regidor de Benestar Social del Ajuntament de Palma, Ramón Perpinyá, tilda el caso de «desgracia». A Maya «la operaron, tuvo un problema y murió desangrada, soy el primero en lamentarlo», dice.
Este animal llevaba más de 220 días en la jaula 35 de la perrera sin que nadie lo hubiera adoptado. «Necesitamos que la gente adopte a los perros, Son Reus no está pensado para que los perros vivan allí», sin embargo reconoce que los perros grandes tardan más en encontrar un nuevo dueño y ése era el caso de Maya.