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El 97 % de las tortugas marinas rescatadas están afectadas por el plástico

Gloria Fernández, responsable del centro, y la bióloga Xisca Pujol hacen las curas diarias a Terra, una tortuga con la pata amputada por culpa de los plásticos. | Pere Bota

| Palma |

El plástico en el mar sigue siendo un grave problema. En el Mediterráneo se citan tres especies: la tortuga boba, la tortuga verde y la tortuga laúd. El mar balear es una gran fuente de alimentación para estos animales, que visitan el archipiélago en sus viajes migratorios, por eso muchas quedan varadas. Prácticamente todas las tortugas que llegan han tenido algún encontronazo con el plástico. Las cifras del Centro de Protección de Fauna Marina asustan: un 97 por ciento de las tortugas que llegan a las costas de Balears están afectadas por el plástico, ya sea por impactaciones, enredos o ingestiones.

Gloria Fernández es la responsable del Centro de Rescate de Fauna Marina de Palma Aquarium. Explica que «cuando recibimos un aviso de que hay una tortuga varada, algún miembro de nuestro equipo de voluntarios acude a la zona de la Isla que haga falta para recogerla. Después se hace un primer chequeo en Palma Aquarium, y cuando está estabilizado se lleva al hospital veterinario Aragó». En cuanto al tiempo que tiene que estar ingresada cada tortuga, explica que «cada caso es un mundo. Hay animales que con una o dos semanas pueden recuperarse, pero si tienen lesiones graves deben quedarse más tiempo».

Los plásticos son una constante en las lesiones, y las profesionales conservan todos los objetos que han dañado a las tortugas. Los enredos se producen con redes, mayas y boyas caseras de pesca, que los aficionados abandonan en el mar cuando han acabado su jornada. En cuanto a las ingestiones, los tapones y pequeños plásticos duros se llevan la palma. «Cuando estos plásticos llevan un tiempo flotando, se cubren de plancton y los animales lo confunden con comida. En ocasiones son capaces de expulsarlo, pero muchas veces estos objetos les taponan o rajan el intestino y mueren».

Uno de los animales que han pasado por un largo proceso de recuperación es Terra. Esta tortuga boba fue hallada en las costas de Formentera el pasado septiembre enredada en una malla. Fernández explica que «tuvimos que amputarle una pata delantera porque tenía gangrena. La otra tenía un corte considerable, pero la pudimos salvar. Si no llegamos a curarle la pata, hubiéramos tenido que sacrificarla». Terra fue liberada hace unas semanas.

A nivel anímico, las tortugas también sufren. La vicepresidenta de la fundación explica que «a veces llegan tan deshidratadas y hambrientas que vienen en estado de shock y tardan días en recuperarse». Asegura que el impacto es tal que «no podemos meterlas en el agua porque morirían ahogadas, tenemos que dejarlas en unos tanques con poca agua para que se acostumbren».

Cifras
El equipo del Centre de Recuperació coincide en una cosa: sueltan a las tortugas sabiendo que es posible que vuelvan a tener problemas con el plástico. «Hay animales que han pasado por varios centros de recuperación del Mediterráneo», explican.

Los números no dejan lugar a dudas de que la problemática existe. En 2018 hubo 40 varamientos de tortugas marinas en las costas de Balears: 28 en Mallorca, 8 en las Pitiusas y 4 en Menorca. Solo llegaron 16 vivas. Las cifras de varamientos en 2019 más actualizadas datan de mayo. En los cinco primeros meses del año, se han encontrado 8 tortugas varadas en Balears: 4 en Mallorca, tres en Pitiusas y una en Menorca.

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