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Un libro documenta 300 campos de concentración franquistas, 7 en Baleares

Prisioneros del Camp dels Soldats de Artà. | M.A. CAÑELLAS / J.CORTÈS / J.MOR

| Valencia |

El periodista e investigador Carlos Hernández de Miguel documenta en su último libro la existencia de casi 300 campos de concentración franquista --7 de ellos en Baleares-- por los que calcula que pasaron entre 700.000 y un millón de personas.

Tras haber rastreado la presencia de prisioneros españoles del régimen nazi en su anterior obra, 'Los últimos españoles de Mathausen', el especialista ha aceptado «el desafío» de indagar sobre una realidad que sufre «un olvido programado por la dictadura y no corregido durante la democracia».

Así lo ha aseverado Carlos Hernández de Miguel en una entrevista concedida a Europa Press con motivo de la presentación del volumen 'Los campos de concentración de Franco' (Ediciones B) en la Fira del Llibre de València.

El autor ha invertido tres años en esta investigación, en la que se ha encontrado varios «problemas», ya que «hubo una destrucción masiva de documentación y la que hay que se encuentra muy dispersa, puesto que no ha habido una verdadera política archivística seria del Estado español con recursos económicos y humanos», relata. Pese a todo, tras visitar decenas de archivos, lugares y hablar algunos de los pocos supervivientes que quedan, ha identificado 296 campos de concentración oficiales, abiertos en otras tantas ciudades y pueblos españoles.

La Comunitat Valenciana es la segunda autonomía con un mayor número de campos de concentración franquistas, solo superada por Andalucía, que albergó 52. Este «ránking del horror» continúa con Castilla-La Mancha con 38, Castilla y León con 24, Aragón con 18, Extremadura con 17, Madrid con 16, Cataluña con 14, Asturias con 12, Galicia y Murcia con 11, Cantabria con 10, Euskadi con 9, Baleares con 7, Canarias con 5, Navarra con 4, La Rioja con 2 y Ceuta, junto a las antiguas colonias españolas en el norte de África, con 5.

La cifra total de campos de concentración a los que alude la obra es casi el doble de la que se había logrado documentar en trabajos anteriores, como el notable estudio de Javier Rodrigo, que ya en 2005 revelaba la existencia de 188 instalaciones de este tipo a pesar de contar con menos medios y tecnología para la investigación, destaca Hernández de Miguel.

En la provincia de Valencia hubo 19 campos: Alberic, Algar de Palancia, Alzira, Carcaixent, Catarroja, Estivella, Faura-Quartell, Manuel, Montserrat, Ontinyent, Quart de les Valls, Ribarroja-Banaguasil-Masía del Poyo, Sagunto, Serra (Porta-Coeli), Sueca, Torres Torres, Utiel, València y Villanueva de Castellón.

Además, en la demarcación de Castellón ha rastreado la huella de otros 12: Almenara, Azuébar, Borriana-Nules, Castelló de la Plana, El Toro-Barracas, Moncofa, Pina de Montalgrao, Segorbe, Soneja, Sot de Ferrer, La Vall d'Uixó y Xilxes, mientras que en la provincia de Alicante habla de 10: Albatera, Alcoi, Alicante, Dénia, Elche, Elda, Los Almendros, Monóvar, Orihuela y Villena.

En el caso de la Comunitat resulta «significativo el momento en el que cayó en manos franquistas». «El hecho de caer hacia el final hizo que hubiera muchos prisioneros, lo que creó una necesidad de abrir un número importantísimo de campos de concentración con un perfil determinado: muy masificados, lo que conllevaba un sufrimiento extra por la dureza de las condiciones y la miseria, pero de duración más corta». Este fue el caso, por ejemplo, de la Plaza de Toros de València, que cumplió esa función durante algunas semanas, apunta.

«MANTO DE SILENCIO»

El autor ha subrayado el «silencio» que existe en torno a esta parte de la historia española --"una anomalía respecto al resto del mundo», recalca-- y reconoce que a él mismo le ha sorprendido «la magnitud» de los campos identificados. En este punto, ha hecho notar que a raíz de la «visibilidad» que la obra ha dado a esta realidad hay personas y familias que «empiezan a hablar ahora de ello, algo que no habían hecho antes porque al castigo que sufrieron las víctimas se ha sumado el manto de silencio y de criminalización sobre ellas».

Este «desconocimiento» hace que, en opinión del autor, España esté «menos preparada para afrontar el auge de la extrema derecha». «Hay una amenaza muy seria que se está dando en países de todo el mundo, pero hay una gran diferencia en cómo afrontarla: mientras en España no conocemos realmente lo que sucedió, en otros países como Alemania los estudiantes visitan los campos de concentración del nazismo y lo que pasó está en los libros de texto, de historia y los medios de comunicación», ha resaltado.

Por eso, considera que, «aunque en España hay una parte de voto a la extrema derecha por razón ideológica, también hay otra que se debe a una ignorancia histórica por haberse tragado el relato franquista de una dictadura blanqueada». «Estamos pagando la irresponsabilidad profunda de algunos políticos democráticos que no hicieron su trabajo», ha lamentado el autor, que se ha referido como un momento clave «desaprovechado» la mayoría socialista en el Gobierno de 1986.

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