Un total de 14.700 familias de Baleares no tienen más remedio que compartir vivienda con otras familias porque no pueden acceder con sus propios recursos a un piso o a una casa. La escalada imparable de los precios del alquiler en Baleares unida al hecho de que los bancos no dan préstamos para que la gente pueda comprarse una vivienda ha aumentado de forma significativa el fenómeno del piso compartido, pero ya no solo son jóvenes, que buscan emanciparse, sino familias enteras.
La Encuesta Continua de Hogares que este martes publicó el Instituto Nacional de Estadística (INE) muestra esta realidad en toda su crudeza. En las Islas había en 2018 un total de 14.700 hogares en los que vivían dos o más núcleos familiares. Un año antes, la cifra era de 9.300 familias lo que significa que, en apenas un año, el número de familias que comparten piso con otras ha aumentado un 60 por ciento.
No es el único fenómeno que se ha incrementado porque la propia estadística del INE también señala que hay otros 21.300 hogares en los que viven el núcleo familiar con alguna otra persona ajena a él. El fenómeno tradicional del piso compartido entre personas que no forman parte del núcleo familiar también aumenta ligeramente. En 2018 había 14.800 hogares en esta situación, apenas mil más que el año anterior.
Este auge del piso compartido en sus distintas vertientes explica, además, que Baleares sea la segunda comunidad autónoma con un mayor porcentaje de hogares en el que viven cinco o más personas. En esta situación se encuentra el 7,2 por ciento de los hogares cuando la media de España es del 5,7 por ciento. Murcia es el único territorio que supera al balear y llega al nueve por ciento del total.
Baleares y Murcia vuelven a destacar en otro ránking: están a la cola en el porcentaje de hogares en los que solo vive una persona. Representan el 20,8 por ciento del total en Murcia y el 23, 6 respectivamente, por debajo de la media española.
Ese 23,6 por ciento de hogares con un único habitante supone que en las Islas viven en soledad 106.600 personas. Una mirada retrospectiva a la evolución de este tipo de hogares muestra algunos cambios. El número total de hogares unipersonales se mantiene más o menos estable, pero hay cambios en la edad media de esos solitarios: cada vez hay más personas mayores de 65 años que se encuentran en esa situación, un total de 39.500, mientras que se reduce ligeramente el número de menores de 65 años que viven solos.
El año pasado eran 67.000 y esa reducción tiene que ver de nuevo con factores económicos ya que para los jóvenes resulta cada vez más complicado emanciparse. Y un dato llamativo: de los 53.300 hombres que viven en soledad, solo 11.400 son mayores de 65 años. Esa cifra sube hasta 28.200 en el caso de las mujeres.