El último pleno del Parlament que este martes cerró la novena legislatura no se pareció a ninguno de los que se han celebrado en los últimos cuatro años. Terminó con gloses y con un baile ibicenco, sa Curta, entre la consellera de Cultura, Fanny Tur, y el diputado socialista por esa isla, Xicu Tarrés.
Tarrés, que ya no se presentará, aprovechó la sesión para despedirse. Y no fue el único. Diputados y diputadas de todos los grupos dejaron de lado el tono duro de otras ocasiones y aprovecharon para decir adiós. Tanto durante sus intervenciones en los debates (se aprobaron tres leyes) como a través de mensajes en la red Twitter.
Hubo quienes se atrevieron con gloses –breves composiciones poéticas improvisadas; las más de las veces en clave satírica–, como Maria Antònia Sureda (PI) y quienes se despidieron recomendado libros. Como Xavier Pericay, a quienes las primarias de su partido apartaron de su propósito de encabezar la lista naranja en las autonómicas de mayo. «Gracias y perdonen las molestias», fue lo último que dijo el diputado periodista tras citar el libro Fuego y ceniza. Éxito y fracaso en política de Michael Ignatieff, un intelectual canadiense que se metió en política.
Lo que llevó este martes a diputadas, diputados y representantes del Govern a esta exhibición de «buen rollo» –expresión utilizada tanto por la presidenta Armengol como por el dirigente ‘popular' que aspira a sustituirla después de mayo, Gabriel Company– fue la coincidencia del último pleno con el fin de fiesta que había preparado la consellera Tur para realzar que este martes se aprobaba la Ley de Salvaguarda del Patrimonio Cultural e Inmaterial.
El glosador Mateu Xurí (ERC, candidato de la coalición Veus Progressistes a las generales) y la glosadora Maribel Servera presenciaron el debate y luego, después de que el presidente de la Cámara levantara la sesión, en el llamado Salón de los Pasos Perdidos, comentaron la actualidad y el significado de la ley con su peculiar estilo.
Hubo una referencia a los «presos políticos» pero la mayor defensa fue de la cultura en general, símbolo de libertad. Toni Manonelles, sonador ibicenco (equivalente al xeremier mallorquín), puso la música. Era un día de balances y quienes intervinieron probaron todas las metáforas posibles. La presidenta Francina Armengol aseguró que «Baleares era como un transatlántico con el rumbo equivocado que se dirigía hacia un iceberg y el Govern le dio la vuelta».
Company la cogió al vuelo y, «con buen rollo» (precisó), aseguró que a él el Ejecutivo balear le recordaba al Titanic y que la presidenta era «la última violinista de la orquesta». Y la respuesta de la presidenta: «De buen rollo, el que nos llevaba al iceberg era el Govern de José Ramón Bauzá del que usted era conseller».