Gabriel Riera Sorell cumplió este viernes cien años. Unos cincuenta amigos le dieron una fiesta sorpresa en el local de la tercera edad de Son Cladera. Gabriel es el último preso político internado en 1936 en el almacén de maderas de Can Mir que queda con vida. Su juventud fue un calvario.
De Can Mir pasó por diferentes campos de trabajos forzados, primero en Mallorca y luego en Andalucía. Sobrevivió comiendo caracoles crudos. Después, ya liberado, trabajó en la construcción del Dique del Oeste de Palma hasta que huyó a Argelia a finales de los años 40. No pudo regresar hasta varios lustros más tarde. Su crimen fue estar afiliado a las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) cuando era adolescente.
Muy emocionado, evocó su sufrimiento y el de tantos otros republicanos que padecieron represión, martirio y humillaciones. «Aún no puedo creer que fuesen seres humanos los que me hicieron lo que hicieron».
Al homenaje, en el que Gabriel no pudo contener las lágrimas, acudieron el alcalde de Palma, Antoni Noguera; la consellera de Cultura del Govern, Fanny Tur; el concejal de Cultura, Llorenç Carrió; la presidenta de Memòria de Mallorca, Maria Antònia Oliver, y personas muy conocidas, como el editor Lleonard Muntaner, el historiador David Ginard, el dirigente independentista Jaume Sastre y los históricos políticos Miquel Rosselló y Lila Thomàs, además de sobrinos del homenajeado.
La comida-fiesta sorpresa comenzó con la interpretación del Himno de Riego por parte de xeremiers. El alcalde Noguera, tras evocar la figura de Emili Darder, fusilado en 1937, alertó sobre el ascenso de la extrema derecha y «sus políticas regresivas en contra de la mujeres o los inmigrantes. Y quienes no vean el peligro que esto entraña, que miren la vida y los sufrimientos de Gabriel Riera».