Europa sigue con lupa el proceso político español. Ni en Bruselas, ni en Berlín, ni en París no hace ninguna gracia que los muchachos de Pablo Casado pacten con Vox. Desde una óptica continental, el verdadero peligro para la Unión Europea y para el euro es el ascenso de la extrema derecha, muy por encima de las veleidades independentistas catalanas o escocesas. Eso es controlable para Europa. La extrema derecha, si se expanden demasiado, no.
Fueron las extremas derechas ultranacionalistas las principales causantes de la Primera Guerra Mundial, que acabó con la hegemonía económica y la autoridad moral europea en todo el planeta. Fue la extrema derecha la que en Alemania y Austria cerró filas en torno a un cabo paranoico y racista llamado Adolf Hitler, y en italia en torno al también paranoico Benito Mussolini.
Los británicos (que ahora se largan de la Unión) fueron la única nación europea (junto a las neutrales Suiza y Suecia) que no quedaron en manos de la extrema derecha en 1940.
Francia, Bélgica Holanda...fueron esclavizadas por Hitler y de sus aliados locales de extrema derecha. En Bélgica se formaron divisiones nazis mandadas por belgas nazis, como la Walonien. Más .locura, imposible.
El actual eje franco-alemán, auténtica columna vertebral europea, formado por demócratas, desde sucesores de los gaullistas a democristianaos alemanes antinazis, unidos a los socialdemócratas, saben muy bien donde y como nacieron los males que provocaron durante unos años la destrucción de la dignidad europea.
Por eso el PP de Casado debería dejar a un lado frivolidades y coyunturalismos porque necesita un puñado de votos de Vox para gobernar Andalucía. En Vox se multiplican los apellidos de descendientes de antiguos altos servidores del franquismo. Eso no supondría ningún problema y sería mera anécdota si estos descendientes ejerciesen como demócratas convencidos, perfectamente homologables con los europeos.
Pero no es el caso. Vox ataca la normativa de violencia de género y defiende una visión uniformista y casi cuartelera de España, parecida en algunos aspectos ideológicos a la que se impuso a sangre y fuego en 1939 con la ayuda de la aviación y la artillería de Hitler y con la presencia en primera línea de un cuerpo de ejército fascista italiano.
Es para echarse a temblar. Vuelve la extrema derecha ideologizada a España (y Balears no es una excepción). ¿Podrán soportarlo Merkel y Macron? ¿Y cómo lo analizan los conservadores británicos, que en 1939 plantaron cara con furia y con honor al nazismo? ¿Y el conjunto de la socialdemocracia europea, qué piensa? ¿Se movilizará la izquierda continental?
La España gobernada por Franco vivió más de tres décadas de aislamiento. De hecho, aquella dictadura se salvó porque Europa atravesaba un peligroso proceso de Guerra Fría que atenazaba sus movimientos ante el peligro del Este. Ahora no es así. El prestigio del euro pasa por despreciar, orillar y aislar a la extrema derecha en cualquier parte del Globo. El PP no debería olvidarlo. Casado quiere el poder a cualquier precio, pactando con quien sea.
Es posible que Bruselas, que sigue el proceso español al milímetro, acabe por pararle los pies.