La Audiencia de Palma ha condenado este miércoles a 2 años de prisión al dueño de un agroturismo de Manacor por un delito contra los derechos de los trabajadores por explotar a 6 empleados sin contrato con horarios abusivos, si bien ha suspendido el cumplimiento de la pena de prisión ante la conformidad del acusado.
La defensa y las acusaciones han alcanzadoun acuerdo de conformidad en el juicio celebrado ante la sección primera del tribunal provincial, por el que el acusado ha admitido el delito y se ha conformado con la petición de pena.
El presidente del tribunal, el magistrado Santiago Pinsach, ha dictado sentencia condenatoria de 2 años de prisión para el empresario, inhabilitación y multa de 3.000 euros.
Además ha sido condenado a indemnizar a uno de los trabajadores explotados con 12.000 euros, a razón de 500 euros mensuales durante 2 años.
El tribunal ha suspendido la ejecución de la pena de 2 años de prisión, a condición de que durante 3 años el condenado no cometa ningún delito y pague la indemnización, tal como había solicitado la defensa.
Según la acusación, admitida por el regente del agroturismo de las afueras de Manacor, se aprovechaba de la necesidad de sus empleados por las dificultades que tenían para encontrar otro trabajo, agravadas en varios de los casos por su condición de extranjeros, y vulneraba de forma sistemática los derechos que les reconocía el convenio sectorial y el estatuto de los trabajadores.
Hechos
Además de que algunos carecían de contrato, trabajaban hasta 112 y 91 horas semanales, muy por encima de las 40 por semana que son el máximo legal. También rebasaban las 9 horas máximas diarias con jornadas de 13 y hasta 16, relata el fiscal.
El empresario les privaba de descansos dentro del tiempo de trabajo, del descanso mínimo de 12 horas entre jornadas, de libranzas semanales y de las correspondientes vacaciones pagadas, además de no pagarles horas extra.
Todo ello, a cambio de salarios de hasta 100 euros por 75 horas de trabajo semanales y acompañado de un trato denigrante porque insultaba a sus trabajadores de forma continuada, tildándoles de «inútiles».
En un caso, evitó llevar al médico a una de sus víctimas cuando se le cayó aceite hirviendo en un pie y sufrió quemaduras de segundo grado.
Varios de los empleados vivieron en condiciones insalubres en instalaciones del acusado, que les descontaba parte de la retribución pactada por este alojamiento.