En 1920, la familia Ramis decidió fundar la Bodega Bellver como la típica licorería, la tienda de vinos a granel del barrio. Posteriormente, en la década de los sesenta, con Pere Ramis como propietario, habilitaron también un bar para poder degustar los productos que vendían.
En los años 60, con el boom turístico sueco, la Bodega Bellver empezó a formar parte de la ruta Palma de noche. Y en los años 70, cuando terminó el turismo sueco y con Joan Roig al frente del negocio, se convirtió en un lugar para tomar llonguets.
En 2014, Joan Roig decidió jubilarse y uno de sus empleados, Cliff Amengual, junto con uno de sus clientes habituales, Pep Rotger, decidieron tomar las riendas de este emblemático negocio. Cliff explica que ambos vieron una oportunidad de negocio. Además, destaca que le tenían mucho cariño al local; Cliff recuerda que su padre ya iba a comprar licor a la Bodega Bellver.
Aunque decidieron emprender esta aventura cuando aún no había finalizado la crisis económica, confiesa que «todavía» no se ha arrepentido.
La Bodega Bellver conserva la esencia de sus orígenes, pese al paso del tiempo. Sin embargo, los nuevos propietarios han realizado algunos arreglos en la zona de planchas y han quitado muchos barriles, así como la decoración personal del anterior propietario. «Era un local viejo y ahora es un local antiguo», resume Cliff. Sin embargo, insiste en que «la esencia es la misma. Alguna gente tenía miedo de que se convirtiese en un bar de copas y dejase de ofrecer sus llonguets. No solo no ha ocurrido eso, si no que hemos ampliado la oferta».
La gran mayoría de sus clientes son de la Isla; muchos van a cenar llonguets, pero también hay otros que acuden antes y otros después para tomar una copa. Muchos de sus clientes vuelven años después y les sorprende que no haya cambiado la esencia de la bodega. «A la gente le choca que no hayamos cambiado», señala.
El trato cercano con los clientes es, precisamente, una de las claves de su éxito. En este sentido, cabe destacar que tienen fotos de los más asiduos, así como muchas de los suecos que lo frecuentaban en la década de los años 60. También cuentan con una amplia colección de sifones, todos de Mallorca. En su opinión, esto «hace bodega».
La bodega Bellver siempre ha funcionado, aunque han tenido altibajos. Respecto a las franquicias, «no suelo ir a mirar lo que hace el vecino, si algo falla voy a solucionarlo».
En lo que tiene que ver con el vino, han realizado mejoras como la instalación de una cava de vino; se nota que tiene la titulación de sumiller. A la gente le gusta probar los vinos y destaca que sobre todo piden los de Mallorca, aunque le siguen muy de cerca los Riojas y Riberas. Además, intentan ofrecer el vino del mes.
Respecto a la iniciativa del Ajuntament de Palma de declarar establecimientos emblemáticos, le parece que «es muy buena».