Calçats Neus Palou es uno de los establecimientos emblemático de Palma y el año pasado celebró sus 70 años de historia. En 1930, la familia Palou que residía en Alaró se trasladó a Palma y montó un taller que trabajaba para la empresa Calzados Minerva. En 1947 decidieron abrir la zapatería actual con el nombre de Calzados Palou. En sus orígenes, ellos mismos fabricaban los zapatos y después pasaron a comprarlos en diferentes fábricas de Mallorca (Inca, Lloseta, Alaró, etc).
En el año 1972 se puso al frente del negocio la segunda generación: Maria Neus Palou, ayudada por su marido Miquel Riera, que actualmente lleva las riendas del negocio, ya que su mujer falleció. Sin embargo, ella sigue estando muy presente ya que, a modo de homenaje, le pusieron su nombre a la zapatería que ahora se llama Calçats Neus Palou.
Miquel puntualiza que no tiene previsto jubilarse, porque le gustan mucho los zapatos y disfruta de estar en la tienda. Su vida ha estado dedicada al calzado y su experiencia es evidente. Así, muchos clientes cuando llegan únicamente le dicen «sácame unos zapatos» y él ya sabe el tipo de calzado que les van bien. No obstante, precisa que «si te dedicas a vender calzado tienes un examen cada seis meses, tienes que ir a comprar y los clientes te aprueban o suspenden».
Miquel cree que es la única zapatería dedicada exclusivamente al calzado de hombre, desde el día de su apertura. Pese a ello, precisa que «vienen muchas señoras a comprar zapatos para sus maridos». En este punto, sostiene que «el zapato de señora es mucho más complejo, hay más variedad» y añade que «las mujeres son más exigentes que los hombres porque hay más variedad y colorido». Los caballeros suelen pedir anchos especiales, tallas grandes, etc.
«Mucha gente no encontraba tallas grandes de zapatos y cuando las veían aquí se querían llevar cinco o seis pares», cuenta como anécdota. Todos sus zapatos son de piel y fabricados en España. Entre sus clientes destacan los de toda la vida y reconoce que le cuesta llevar a los más jóvenes. El secreto para llevar abiertos tantos años es «trabajar mucho, ser honesto con los clientes y tener mucha dedicación, esfuerzo y procurar atender bien a la gente».
Uno de los principales problemas que tienen es la dificultad para aparcar en el centro, lo que ha propiciado que los residentes en los barrios o en otros municipios de la Isla hayan dejado de venir a comprar a Palma y se decanten por los centros comerciales. «La gente no viene a comprar a Palma por los problemas para aparcar y se van a las grandes superficies, que nos perjudican mucho», lamenta. Además, destaca que en la calle Sindicato había 110 asociados en la asociación de comerciantes; ahora somos 10 porque la mayoría de comercios de la calle son franquicias.
En este orden de cosas, expone que «la crisis no está superada, vendemos pero no lo necesario para poder hacer frente a los gastos que tenemos».