Hay muchos, pero no molestan. Es, en general, la postura más extendida de los mallorquines en referencia a los turistas que vienen en verano a la Isla. El hecho de que el turismo suponga una fuente de ingresos vital en Mallorca, no hace olvidar a los residentes que algunos comportamientos de los turistas son inadecuados.
«Son muy guarros», afirma Rocío de la Torre, una limpiadora de Palma. «Llevo muchos años limpiando y siempre que llega la temporada turística, se nota que hay más suciedad». Sin embargo, Rocío no siente que los turistas estorben en Mallorca, ya que «vivimos de ellos. Palma se nutre del turismo», finaliza.
El centro de Palma es uno de los lugares que recibe visitas a diario de los turistas y es uno de los sitios donde más parece haber. «Hay muchísimos turistas, sobre todo aquí en el centro», señala Francisca Pol, cocinera. Aunque su presencia masiva en las calles no parece incordiarla, como tampoco molesta a Miguel Pascual, que trabaja en un despacho de abogados en el Passeig del Born. «Es un lugar en el que pasean de manera muy frecuente los turistas y nunca me han inquietado», matiza Miguel.
«Dan vida»
No es de extrañar que con tantos turistas paseando por Palma, algunos perciban un cambio en la ciudad, que se produce en la época estival. «Por lo que veo yo, los turistas en verano dan vida y más ambiente a Palma. En invierno no ves a tanta gente pasear por la calle.
Todo lo contrario que en verano, donde ellos cambian radicalmente la ciudad», añade Ismael Moya, un estudiante mallorquín al que tampoco le molestan los turistas en la ciudad.
No obstante, parece ser que no a todos los mallorquines les resulta indiferente la presencia excesiva de turistas. Hay algunos que cargan con dureza contra la gran cantidad de visitantes en verano. Es el caso de Adrián Ruiz, un arqueólogo al que le incomoda la excesiva presencia de turistas por los rincones de Palma y de Mallorca en general. «Atascan todas las carreteras de la Isla con los coches de alquiler y nunca puedes ir tranquilo a ningún sitio», afirma. «Tampoco puedes pasear por Palma porque están por todos lados. Han invadido todos los callejones de la ciudad», concluye esta voz crítica con los excesos.