El coste para las empresas que optan a la explotación de las playas es muy dispar y es que los servicios que se prestan en las playas cuentan con un precio de adjudicación que varía mucho en función del municipio y de los servicios que se ofrecen.
Por regla general, los concesionarios obtienen una autorización que abarca varias temporadas, normalmente son dos prorrogables a otras dos, aunque hay variaciones al respecto. El ayuntamiento responsable de la concesión incluye en los pliegos no solo los impuestos como el IVA, sino también el canon que debe abonarse a Demarcación de Costas, puesto que se trata de explotaciones temporales ubicadas en espacios de dominio público marítimo terrestre.
También hay que tener en cuenta que en ocasiones se trata de concesiones de un chiringuito, pero en otras éste también se asocia a determinado número de hamacas y sombrillas. Además, por regla general, los concesionarios de las explotaciones deben hacerse cargo de la limpieza de la playa en cuestión y del mantenimiento de las instalaciones y cartelería que pueda haber.
Y lógicamente, no cuesta lo mismo contar con un chiringuito en una playa de Calvià, por poner un ejemplo, que tenerlo en Campos. De hecho puede haber diferencias en el mismo municipio. En la playa de sa Ràpita se paga por el chiringuito 16.250 euros al año, mientras que en es Trenc hay uno que abona 35.000, otro 34.820 y el tercero 55.000.
Además de estos clásicos quioscos donde poder hacerse con alguna bebida o algo de comida, también se ofrecen servicios menos comunes. En algunos municipios se incluyen concesiones de camillas o carpas para masaje.
Capítulo aparte marecen también las diferentes atracciones acuáticas que se pueden encontrar en las diferentes playas. En Alcúdia, por ejemplo, las concesiones por artefactos flotantes se otorgan por 55.831 euros y la del parque acuático por 21.500. En este último caso el servicio de hamacas y sombrillas está municipalizado, depende del Ajuntament.
Como es lógico, es muy común que se otorguen adjudicaciones por servicio de velomares, tablas de windsurf, embarcaciones a motor, esquí náutico u otros elementos para la práctica de actividades de ocio. Pero también salen a concurso los servicios de socorristas y las concesiones de embarcaciones de salvamento, que en muchas ocasiones van asociadas a las concesiones de los elementos antes citados. En el caso de ses Salines, por ejemplo, estas embarcaciones están incluidas en los lotes que incluyen sombrillas, hamacas, torres de vigilancia, megafonia y carteles informativos, entre otros.
En el caso de Pollença nos encontramos con un capítulo de la concesión que está dedicado a la amortización y el mantenimiento de las pantallas eólicas y otro a la reposición de arena de restos de limpieza en la playa. Capítulo aparte merecen dos municipios que no cuentan a estas alturas con los servicios de playa adjudicados, son Andratx y Sóller. Con las concesiones ya terminadas, los consistorios aducen que se han dado de bruces con la nueva ley de contratación de las administraciones públicas, lo que les ha retrasado los procedimientos para poder llevar a cabo las adjudicaciones a tiempo.
En cualquier caso, los hoteleros, empresarios de oferta complementaria y turistas ya han levantado sus voces protestando por esta situación, aunque algunos grupos ecologistas defienden que es mejor esto puesto que evita masificaciones y no altera el proceso natural de las playas.
No han faltado desde las respectivas oposiciones municipales las acusaciones de falta de previsión y de eirregularidades por lo que respecta a las contrataciones.