El centro de Palma acoge una de las pocas mimbrerías que quedan en Palma, la mimbrería Vidal. Su fundación data del año 1925, aunque entonces tenía otro nombre, pero se desconoce cuál, al igual que quién era su propietario. Sí está documentado que en el año 1955 se hizo cargo de la mimbrería Tomás Vidal, que decidió llamarla Mimbrería Vidal. Desde entonces está en manos de esta familia y ya van por la tercera generación. El actual propietario también se llama Tomás Vidal; cuenta que su abuelo era un visionario y, aunque en su familia no se dedicaban a esto, decidió hacerse cargo del negocio. «Mi abuelo era muy lanzado, estuvo en la Habana... Decidió coger la mimbrería a ver si había suerte», explica. Además, precisa que su abuela la trabajó con él y ambos fueron ampliado la oferta de productos, como las cortinas, que les ayudaron mucho a salir adelante.
Tomás destaca que todo lo que venden es artesano y subraya que muchos de sus productos son elaborados en diferentes puntos de Mallorca. En este sentido, señala que cada vez hay menos personas que se dediquen a realizar estos artículos de artesanía. Sin embargo, algunos de ellos, como las senalles están de moda. «Las senalles son la estrella, ahora las hay de mil formas», explica.
Aunque ahora viven un buen momento, porque el centro de Palma está en auge y es de los más cotizados de Europa, no siempre ha sido así. En este punto, recuerda que en la década de los 80 lo pasaron muy mal cuando este barrio tuvo muchos problemas con la droga. «El barrio estaba tan degradado que muchas personas se fueron». Además, cuenta que muchos clientes le preguntaban si no tenían miedo de estar allí. No obstante, no dejaron de ir a comprar, pese a que les daba miedo.
La última crisis económica les ha afectado, aunque no en exceso; lo atribuye a que no venden artículos muy caros. Tomás sí señala que el Acire les está perjudicando, ya que muchos de sus clientes tienen problemas para llegar a la mimbrería. «Nuestros clientes mallorquines tienen problemas para llegar aquí por el Acire», lamenta. En relación a este aspecto, explica que incluso han tenido que readaptar su oferta de productos, porque tienen problemas para vender los más pesados. «Estamos condenados a que cierren el centro de Palma al tráfico rodado, pero uno se adapta y hacemos productos más pequeños». Los mallorquines representan el 50 % de su clientela; el 50 % restante son turistas.
Para Tomas la Mimbrería Vidal es su vida. «De pequeño venía aquí después de la escuela; pasaba más tiempo en la mimbrería que en mi casa». Lo mismo le ocurre a su padre, José, que pese a estar jubilado va muchos días a pasar un rato allí. En general, para toda la familia la mimbrería es mucho más que un negocio, es una forma de vida marcada por la tradición y las costumbres. Tomás recuerda con mucho cariño que su abuela le enseñó a hacer las rejillas de las hamacas, una técnica que conocen muy pocas personas.