La Conselleria d'Educació i Universitat, a través del Institut per a la Convivència i l'Èxit Escolar, ha elaborado el documento Dubtes i orientacions en cas d'agressió, en el que se establecen pautas para actuar ante posibles episodios de violencia en los centros.
En este documento, se recuerda la obligación del docente, «por razón de su cargo», a prestar auxilio e impedir la agresión «con su intervención inmediata o acudiendo a la autoridad en caso de riesgo propio o ajeno. Si es necesario, se pedirá ayuda al policía tutor o a los cuerpos y fuerzas de seguridad». Ante un episodio de agresión, el documento determina que debe intervenir «el profesor más próximo al conflicto y se debe reunir el personal necesario según las características del caso. En la intervención se deben tener en cuenta los principios de oportunidad -la actuación debe ser necesaria- y proporcionalidad -la intervención debe adecuarse a la gravedad del conflicto y a la peligrosidad de los involucrados-».
El debate sobre estas cuestiones siempre conduce a si hay que recurrir, aunque sea en último extremo, a la violencia para frenar la violencia. Para el documento, el uso de la misma está totalmente descartado y sólo se permitirían acciones defensivas para neutralizar al agresor: «Cuando no haya más remedio, es decir, después del fracaso de cualquier otra forma de intervención, se deben utilizar técnicas no agresivas, evitando golpes y movimientos bruscos innecesarios, para intentar neutralizar la acción violenta y únicamente si el docente cree que no puede controlar la situación él solo, debe pedir ayuda».
Las orientaciones de la Conselleria también se dirigen a la necesidad de «desalojar a las otras personas presentes en la zona y sacar del contexto a los implicados. Se aconseja la presencia de más de un profesor, aunque es conveniente que sólo hable uno de ellos. Se deben evitar discusiones y expresiones poco respetuosas. Hay que mostrarse seguro y decidido, pero no provocador. El momento de crisis no es el más adecuado para hablar de medidas correctoras. No se debe ignorar el conflicto, hacer como que no se ha visto, intervenir con agresividad o gritando, juzgar, recurrir a la ironía, reír o hacer bromas pesadas o amenazar con castigos en el momento de la crisis». Así, se considera que los menosprecios y las amenazas de castigo no son recomendables. Finalmente, el documento habla sobre la manera de calmar a un alumno violento: «Con tiempo, aislándolo, respirando. Se debe escuchar sin juzgar, transmitir tranquilidad, dejar que exprese su irritación. Es mejor hablar poco a poco para vincular y empatizar».