Xocolat nació en 1980 de la mano de Miquel Àngel Sancho, como un local especializado en jazz y salsa, inspirado en las pequeñas tiendas de música que por entonces había en Londres. Hoy es prácticamente la única superviviente de la ciudad, «desde que nacimos han cerrado en Palma 22 tiendas de música», asegura Sancho.
Poco tiempo después de su apertura, explica, «se crearon los sellos independientes y decidí abrir la tienda a la música independiente, a todos aquellos que fueron la base de ‘La movida', del pop de los ‘80». En 1982, Sancho crea el sello discográfico Blau, que nació para poder editar ‘Joana lluna', de Joan Bibiloni «y resultó que hacíamos falta». Antoni Vives entra en el negocio como socio y en 1987 el local se traslada de la calle Estanc a su actual emplazamiento. Sancho afirma que ambos «nos complementamos, él llevaba más la tienda y yo la discográfica» y desde hace unos años, añade, «contamos con mi hija Ana».
El comercio inicia una época dorada de la venta de discos «aunque también hacíamos conciertos, organizábamos festivales de jazz, a Van Morrison, por ejemplo, lo hemos traído siete veces, y todo eso nos dio un sello de tienda especial y por aquí te podías encontrar a artistas que venían a tocar a Palma y después se pasaban a comprar algún disco», recuerda Sancho. El negocio se adaptó muy bien a la llegada del CD , pero nunca ha dejado de vender vinilos.
Hasta 2003, «el último año que crecimos», el negocio fue aguantando, pero a partir de ahí, lamenta Sancho, las crisis se han ido sucediendo. «La primera fue el top manta, que nos hizo mucho daño porque además socialmente parecía que éramos unos depredadores que no dejábamos a unas pobres personas ganarse la vida en la calle. Al top manta se lo cargó el pirateo a través de la red y ahí nos volvieron a atacar porque de repente el disco era carísimo». La tercera crisis, prosigue, «fue el streaming, con la diferencia de que éste es legal y los otros dos no, pero la industria discográfica ya estaba muy tocada y tampoco hubo un nivel de respuesta adecuado».
La tienda llegó a perder el 70 % de su caja, «pero ni siquiera entonces nos planteamos cerrar y en 2012 abrimos Espai Xocolat, una sala para pequeños conciertos, exposiciones, presentaciones de disco, ruedas de prensa y hasta mítines. Lo complementamos con una cafetería». Sancho entiende que «la diferencia con otras tiendas que han cerrado es, además de la amplitud de oferta y la preparación para la venta, que también somos sello discográfico, que la música la vivíamos desde dentro».
Hoy día, apunta Sancho, «hay dos tipos de compradores de discos, el que compra compactos o porque le sigue dando un valor extraordinario al trabajo que hay detrás del CD físico o porque no maneja redes, y el comprador de vinilo, que se ha incorporado hace unos años».
En cuanto al futuro, augura, «va a depender mucho de cómo gire el mundo de la música, si la música se acaba con la red podríamos quedar como una boutique, pero si el disco físico sigue siendo indispensable para un artista sí tendremos futuro».