El centro de Palma a veces guarda secretos para quien sabe mirar. Uno de estos tesoros a la vista de todo el mundo es la tienda Paraguas, situada en la calle Jaume II y que lleva abierta más de 100 años. Su secreto es tener un producto de calidad y un excelente trato al público, al que también aconsejan.
Actualmente, esta tienda tan característica pertenece a Maribel Moyá, la cuarta generación de este negocio familiar. La propietaria explica que «el negocio fue fundado en 1910 por mi bisabuelo, Francisco Segura». El negocio lo llevaba él y sus tres hijos, uno de ellos abuelo de Moyá. Después, Paraguas pasó a ser «de mi abuelo, en el 68 comenzó a trabajar allí mi madre, Maribel Segura, y ahora lo llevo yo».
«En los inicios, el negocio era una fábrica de paraguas, y la producción se vendía en la tienda». La fábrica se ubicaba en la que es ahora la trastienda, la tienda era mucho más pequeña de lo que es ahora.
Paraguas y bastones
Nada más abrir, la oferta de la tienda se limitaba a paraguas y bastones. Más tarde, introdujeron los abanicos, y la última adquisición, hace ya unos 15 años, fueron los mantones, mantillas, peinetas y guantes. «Decidimos vender mantones porque la gente lo pedía, cerró una tienda cercana que estaba especializada en estos artículos así que empezamos a comercializarlos nosotros».
En cuanto al producto, Paraguas sólo trabaja con fabricantes españoles. La propietaria asegura que «intentamos dar buena calidad al cliente, por lo que se le exige un mínimo a las casas con las que trabajamos».
Su público es, sobre todo, gente de Mallorca. Explica que «tenemos clientela fiel, que cada vez que necesita un paraguas viene aquí». Al igual que muchas tiendas tradicionales, en Paraguas también siguen existiendo nostálgicos que «vienen generación tras generación. A veces, porque recuerdan que su abuela les compró su primer paraguas aquí, y ahora quieren hacer lo mismo con sus hijos o nietos». Al ser una tienda céntrica, también venden a turistas, aunque estos preguntan sobre todo por abanicos.
En relación al nivel de vida de un propietario de un comercio emblemático, Moyá lo tiene claro «no se vive, se sobrevive». Explica que «si no eres muy ambicioso, da para vivir, para tener un sueldo». Esta familia ya está resignada a la presencia de tiendas con productos de menor calidad, pero más baratos, y cuentan que «no podemos competir con ellos. Hay muchas personas que no quieren gastar, pero a veces lo barato sale caro».
En sus más de 100 años de historia, la tienda ha visto un gran cambio en la calle Jaume II. «Sobre todo en estos últimos 15 años», precisa la dueña. Explica que «antes había muchos comercios locales, pero han ido cerrando y ahora los negocios están enfocados al turismo, y muchos no abren ni siquiera todo el año . Si no enfocas la ciudad a la gente, se irán a los centros comerciales».