José Vila y Magdalena Alcover fundaron Casa Vila en 1922, un comercio de sobra conocido por los palmesanos que hoy regenta la tercera generación, Toni y Pepe Vila, hermanos, y su primo Pepe Vila, los tres nietos de los fundadores. La generación intermedia fueron sus respectivos padres, Antonio y Sebastián Vila. Pero, a día de hoy, los propietarios reconocen que el relevo generacional «no está asegurado», ya que los hijos parecen tener otros planes.
Explican que «nuestro abuelo era escultor y trabajaba en un taller de escultura. Cuando se casó con la hija del propietario, la pareja se quiso independizar y abrió Casa Vila en el mismo lugar donde sigue actualmente, en Santa Eulàlia». En esa época, recuerdan, «cuando se cerraba la tienda aquí se montaban reuniones y tertulias de artistas».
La tienda ha cumplido hace pocos días 96 años, casi un siglo de existencia aplicando la que, consideran, es la clave del éxito, «haber sabido reaccionar por parte de cada generación a los cambios del mercado y de la sociedad y como negocio familiar lo más importante ha sido quererlo».
El comercio abrió como droguería y tienda de fotografía, «una combinación que era tradicional, ya que se trata de dos actividades que trabajan los productos químicos» y también empezó a vender pinturas y pintura artística, lo mismo que siguen vendiendo hoy. En ese momento ya había unas cuantas droguerías-fotografías y estudios de fotografía en Palma, «pero de todas aquellas ya no queda ninguna, solo la nuestra». En 1963, la familia abrió una segunda tienda en Jaume III, también con fotografía y droguería, pero finalmente se suprimió la parte de droguería.
50 años después, en 2013, la tienda cerró víctima «de la crisis económica». De hecho, aseguran los propietarios, «el momento más duro desde que estamos aquí fueron los años 2012 y 2013». A partir de ahí «decidimos no vender cámaras réflex porque requieren gran inversión y había mucha competencia, fue la única decisión que tomamos».
Actualmente, Casa Vila sigue siendo un referente en el revelado de fotografías tanto digital como analógica, en color o blanco y negro, e incluso «seguimos vendiendo carretes, entre 10 y 30 a la semanal». Como curiosidad afirman que por la tienda han pasado muchas personas conocidas, «como la Familia Real, algún actor, muchos pintores...» y que los turistas son también parte de la clientela, «en verano vendemos a muchos extranjeros tarjetas de memoria, baterías, trípodes, de todo».
La familia conserva un archivo fotográfico del abuelo José Vila, de gran valor histórico, con entre 50.000 y 60.000 negativos.