«La tienda abrió en 1911, con el elemento modernista de la fachada tan característico, pero la primera referencia documental del horno es de 1765», explica Pau Llull actual propietario del negocio junto a su hermana Neus. Ellos son la cuarta generación al frente.
Pau explica que «la familia de mi bisabuela era propietaria del Forn de Plaça, que estaba en la Plaça Major, que por entonces era el horno más emblemático que había en Palma. Como eran muchos hermanos a ella y a mi bisabuelo les surgió la ocasión de adquirir el Forn Fondo y así lo hicieron en 1911 para indepen- dizarse del negocio familiar». Ese año, añade, «compraron el horno y el local de delante, lo que hoy es la tienda, para tener acceso a la calle principal».
En cuanto al nombre, Pau relata que «creemos que viene de un apodo, pues por delante de la tienda pasaba sa Riera y el horno se situaba al final de la calle de las Caputxines y como no había puente ni nada era una calle sin salida y para entrar en el horno, además, había que bajar tres o cuatro escalones. Por eso creemos que se le conocía como el horno del fondo y así se quedó».
En estos momentos trabajan en el negocio 13 personas más los dos propietarios, que tratan de adaptarse a la demanda y también sirven cáterings fuera del local. Pero si por algo les conocen sus clientes, reconoce Pau, es «por nuestros cocarrois dulces, empanadas de pasteló, ensaimadas o los cuartos embetumats, somos de los pocos hornos de Mallorca donde aún se hacen».