Para Miguel Colom se convirtió en una tortura buscar un piso de alquiler en Palma. Se le terminó el contrato de la casa en la que vivía junto a su mujer y sus dos hijos y tenía que buscar una nueva vivienda. No podía retrasarse ni tardar mucho en el proceso, pero el cambio de casa se convirtió en una odisea. «Buscamos casa durante seis meses por diferentes zonas, podíamos pagar hasta 800 euros, pero no había oferta», recuerda.
La caza de un piso fue «desesperante». «Tenía una alerta en el móvil que me avisaba cuando salía alguno en alquiler. Cuando llegabas a verlo, te encontrabas siempre con la misma gente», cuenta. En aquellas fechas, entre abril y octubre de 2016, «había mucha demanda. Coincidió, además, que en verano no se movió nada y tampoco se encontraba nada ni Inca ni en Santa María».
Después de mucho buscar durante medio año, Miguel Colom encontró una vivienda por el mismo precio que había pagado hasta entonces, pero ya habían comenzado a despuntar los precios. «Era una finca de hace treinta años, con lo baños antiguos, las ventanas de madera,...», recuerda. Las comodidades de meses atrás ya no existían por los mismos precios, «por una vivienda de dos o tres habitaciones te pedían más de 1.000 euros». Recuerda este hombre que, «desde donde vivíamos, podíamos ver un edificio en el que no vivía nadie. Estaba cerrado y no se alquilaba. Allí podrían vivir 30 o 40 familias, y me sorprendió que estuviera así con la demanda que había», comparte.
Hace unos meses, esta familia se marchó a vivir a la Península. «Estamos en Granada y es otro tipo de ciudad. Por el precio que pagábamos en Palma, aquí tenemos una casa mejor y más céntrica». Palma, según los últimos datos facilitados por el Ministerio de Fomento, vive un nuevo boom del alquiler. El aumento de la demanda y la poca oferta han elevado los precios del alquiler hasta superar los máximos registrados hace una década.