Ni Pere Garau parece escapar de la masificación hotelera. El lavado de cara del Hostal Baleares, uno de los edificios racionalistas más emblemáticos de esta barriada, comenzó este miércoles con el vallado de todo el perímetro del edificio, con el objetivo de rehabilitar su fachada y evitar desprendimientos. El insistente rumor entre los vecinos y el propio Ajuntament de Palma es que las obras en el inmueble, que lleva más de 30 años cerrado, podrían ser el primer paso para su posterior venta o concesión para abrir de nuevo como establecimiento turístico. La plaza de las Columnas, donde está situado, queda fuera de los límites de la moratoria hotelera aprobada por el Consistorio. Además, al ser un edificio catalogado, escaparía también de la norma
El Hostal Baleares fue durante años uno de los establecimientos más conocidos de Palma. Por un lado, por su característica fachada cóncava, de acuerdo a la peculiar forma de la plaza donde está situado. Y porque fue una de las primeras fondas de Ciutat antes del boom turístico de los años 60, donde los vecinos de la Part Forana o residentes de otras Islas se hospedaban cuando pasaban por Palma para hacer negocios o a trabajar.
Este establecimiento, al igual que tantos otros ya desaparecidos del centro de Palma, como el Hostal Perú o el Hostal Cuba, funcionaron con regularidad hasta que la llegada de turistas se convirtió en masiva y la construcción de nuevos hoteles los dejó de lado. En los 70 comenzó su lenta, pero progresiva degradación. Y hasta su cierre, en la década de los 80, coincidiendo también con la degradación del barrio de Pere Garau, fue un local por horas para parejas sin casa o para encuentros de parejas; lo que se conocía comúnmente como un picadero. Años después de su cierre, una de las propietarias del edificio luchó sin suerte en los tribunales un tiempo para evitar que el Govern diera la baja definitiva de las 109 plazas hoteleras con las que contaba el hostal.