Si en algo coinciden las personas que conocieron a los cuatro acusados de pertenecer al Dáesh es en que eran personas ciertamente religiosas pero que no levantaban sospechas y parecían «muy normales». «No creo que colaborara con organizaciones terroristas», indicó un inquer de origen magrebí.
Unas de las detenciones se registró en la calle Biniamar de Inca. «Yo le traté. Somos vecinos. Nos saludábamos: ‘Bon dia, bon dia', y siempre en mallorquín. Iba con su furgoneta y creo que trabajaba de carpintero», relata Joan Garcia, un vecino. «No era muy sociable, pero su trato era amable». No muy lejos del bar vive un marroquí que trató al mismo detenido. «Era de la zona de Fez y llevaba 15 o 16 años en Mallorca. Primero vivió en sa Pobla, ahora en Inca. Tiene tres hijos. Un hermano suyo está casado con una mallorquina. La verdad: no creo que esté metido en estos líos, lo dudo mucho», señala esta fuente, que continúa: «Frecuentaba una comunidad islámica de la zona de Gran Via, donde creo que ocupaba un cargo importante. También recuerdo que hace un par de años discutió con otro magrebí y este otro le denunció y le acusó de islamista. Desde entonces la policía lo ha estado vigilando». El otro islamista detenido en Inca tenía el domicilio en la calle Mare de Deú de l'Esperança, junto a la Gran Via. Una cámara de seguridad de un negocio grabó toda la operación. Se aprecia que la policía llegó hacia las 3.30 horas y cómo a las 8.16 bajan al detenido. «Tenía relación con una comunidad islámica cercana», dice un vecino, refiriéndose a la misma señalada unos párrafos más arriba. Esta comunidad se llama Al Fajr. Allí se desmarcan de los dos presuntos yihadistas. «Solo eran dos personas, no la comunidad, formada por muchos más miembros», dicen.
Simultáneamente a las detenciones de Inca, se vivía una escena casi idéntica en la cooperativa agraria Viveros Fruits Secs, en la carretera de Binissalem. Un responsable de la cooperativa explicó que en la casa, situada sobre sus oficinas, vive junto a su familia «una persona que trabaja en la cooperativa hace muchos años, muy serio y correcto».
En Ariany la detención de un vecino fue acogida con sorpresa. Vivía en la calle Major, junto al Ajuntament. Le detuvieron en su puesto de trabajo como pescador en Palma y fue trasladado al pueblo. Housni Farid, su ahijado, señalaba en declaraciones a IB3 que «lo han detenido sin darnos ninguna explicación, ni sabemos de qué es culpable. Yo no me lo creo». Los vecinos de Ariany señalan que «hace unos dos años cambió su manera de vestir y se dejó la barba larga, después de un viaje».