Lleno, este miércoles, en el Teatre Municipal Catalina Valls (Palma) para escuchar la conferencia de Juan Luis Arsuaga, codirector del yacimiento de Atapuerca y vicepresidente de la Fundación Atapuerca, sobre «La hipótesis del cazador. Sociología y ciencia en el campo de la evolución humana». Organizada por el Club Ultima Hora y la Fundación Ramón Areces, la expectación por la conferencia era tal que, media hora antes de iniciarse, ya había una larga cola esperando.
El encargado de presentar a Juan Luis Arsuaga fue el doctor y profesor de Prehistoria en la UIB Manuel Calvo, quien destacó la popularidad del conferenciante y la importancia de su trayectoria científica a raíz del yacimiento de Atapuerca: «Es un yacimiento excepcional, pero no te regala sus secretos». Calvo subrayó el vuelco científico que han supuesto los hallazgos de Atapuerca y la capacidad de trabajo y pasión de Arsuaga, así como su innovación en la coordinación de equipos multidisciplinares, la transmisión del conocimiento a través de infraestructuras científicas, como el Museo de la Evolución Humana, en Burgos, y su sentido estratégico y divulgativo.
Arsuaga hizo un extenso repaso al estudio de la evolución humana y su conexión con cada momento histórico. Para empezar, destacó que «para identificarnos, cuando se nos pregunta ?¿tú quién eres??, recurrimos a la memoria, la biografía, la historia. La paleoantropología recupera nuestras memorias olvidadas. Todos los pueblos de la Tierra pertenecemos a la misma tribu. Por tanto, esas memorias olvidadas son de interés universal para reconocer nuestra propia identidad».
El investigador señaló que «el estudio de la evolución humana ha sido utilizado con fines políticos e ideológicos, reflejando la preponderancia del pensamiento de cada época. La ciencia es un genio de la lámpara que responde a todas las preguntas del mundo material, pero las respuestas no son la solución a los problemas. Lo importante es que el científico aporta la pregunta, una pregunta nueva que nunca se había planteado. Y las preguntas científicas dependen del pensamiento de la época».
Juan Luis Arsuaga fue categórico al afirmar que «no hay una buena historia de las ideas sobre la evolución humana, y menos en España».