«No somos números, somos personas con sentimientos y un gran corazón». Este era el cántico que entonaban los usuarios del centro Joan Crespí para grandes discapacitados que se manifestaron este martes por las calles de Palma contra el cierre del lugar.
Los afectados –que padecen párkinson, enfermedad de Huntington, lesiones medulares y diferentes problemas neurológicos, psíquicos y físicos– se quejan de que van a convertir la segunda planta del centro, que es donde ellos hacen terapias grupales, en una oficina de la Conselleria de Serveis Socials.
Los usuarios del centro Joan Crespí están actualmente realizando estas terapias gracias al Sepap (Servicio de promoción de la autonomía personal y apoyo a la vida independiente). Este servicio depende actualmente de la Conselleria de Serveis Socials i Cooperació, pero la atención a estas personas se transferirá el 1 de septiembre al IMAS.
Marina Gil Valldeperas, portavoz de los usuarios del centro, asegura que «somos más de 200 afectados por el cierre de este centro. Desde la Conselleria nos dicen que tendremos los mismos servicios pero más cerca de casa, aunque nosotros no sabemos si nos podremos reunir. Gran discapacitado no es sinónimo de idiota, que es por lo que nos toman». Otra de las reivindicaciones que hacen los usuarios del centro es que no se ha respetado la ley de protección de datos, ya que «se traspasaron los datos sin nuestro consentimiento en marzo, y nos informaron de este cambio hace unos días».