No sólo Son Gotleu padece la proliferación de okupas. El número de ciudadanos que entran en casas de Palma, con o sin moradores, aumenta en todos los barrios. Este es el caso de s'Hort des Ca, un pequeño núcleo de casas bajas situado en la zona sur de La Soledat. Desde hace años se producían ocupaciones puntuales, pero el número de allanamientos se ha disparado en los últimos meses. Cuatro personas que viven este problema exponen desde diferentes ángulos su opinión.
Los okupas
Guillem Bota es obrero en paro y subsiste gracias a la recogida de chatarra. Hace tres años que habita una casa en ruinas, que poco a poco ha ido restaurando. Acoge a otros indigentes que no tienen un lugar en el que vivir. «Intento ayudar a la gente que está como yo y así también tengo un poco de compañía».
En un bloque de la misma calle, cuatro personas de etnia gitana pasan la mañana en una planta baja de reciente construcción y buenos acabados. El bloque quedó abandonado antes de que se finalizara la obra y ahora esta ocupado por varias familias. Una madre con su hijo de mediana edad y su tía nos explican su situación «es una vergüenza. Si nosotros tuvieramos trabajo y no los 400 euros de mierda que nos dan de subsidio no tendríamos que ocupar, pero es que no hay trabajo».
Los vecinos
Jaume Alomar es un vecino de toda la vida indignado con la problemática de las ocupaciones. A sus 70 años, ha reforzado las puertas de su casa y la de su madre nonagenaria, por si sufrieran un intento de usurpación. Explica que «lo de los okupas es una mafia. Los mismos tipos que entran en las casas se ofrecen para desalojarlas».
Jessica Mundillo es una joven del mismo barrio. Desde enero, comparte comunidad con dos okupas. Afirma que «no causan ningún tipo de problema» y que son «muy educados».