«Mientras se protege Can Tàpera y otros lugares en Génova todo vale y la construcción está devorando lo que un día fue un pulmón de Palma», comenta apenado y a la vez indignado M.A., un vecino nacido en este barrio.
«Las calles son los torrentes», explica, porque los nuevos propietarios «han ido tapando los agujeros que cada seis o siete metros había en los muros de la calle Rector Vives para que el agua se fuera filtrando». Los vecinos reclaman que se canalice el agua de lluvia para evitar este problema habitual.
Las vías, añade el residente, son muy estrechas, de apenas 2,5 metros, pese a ser de doble dirección, y en su mayoría están en malas condiciones. «Las casas se construyen sin retranquear ni medio metro», por lo que, advierte, «si un día tienen que venir los bomberos o una ambulancia pueden tener problemas para pasar».
Otra carencia primordial de la zona es la falta de un aparcamiento público.
En resumen, los vecinos esperan que en algún momento el Consistorio ponga los ojos en este barrio y las cosas empiecen a cambiar.