El Hospital General de Palma, con capacidad para cien pacientes, vive un calvario. Desde finales de noviembre se quedó por avería sin el ascensor que conduce a Cuidados Paliativos. El resultado es que los enfermos destinados a esta área tienen que ser conducidos a través de una terraza hasta alcanzar el ascensor del otro lado del edificio. Igual suerte han corrido los fallecidos.
En los pasados días de temporal se dieron casos penosos, pese al abnegado esfuerzo del personal del Hospital General. Cayendo un aguacero, enfermos y cuerpos sin vida tuvieron que pasar en camilla al aire libre. Los sindicatos están crispados.
La diputada Montse Seijas, expulsada de Podemos, ha sido informada por CCOO para que se haga cargo de la defensa institucional de estos enfermos en el Parlament y también del personal del Hospital General, «que ya no puede más».
Hay sindicalistas que no «se fían» de otros diputados de izquierdas ya que el Hospital General depende del Pacte y temen que les dé un ataque de muditis crónica para no perjudicar al Govern. Por su parte, la purgada Seijas ha ganado muchos enteros ante los trabajadores públicos. De hecho, también ha sido informada de «los desperfectos del Hospital Psiquiátrico, que son muchos». Ya se habla de que Seijas ha realizado una inspección ocular a ambos hospitales acompañada por los sindicatos.
Por su parte, desde el hospital Son Espases, que es de quién depende el General, aseguran que «este miércoles mismo», el ascensor será reparado. Casi dos meses de sufrimiento, y cuando los sindicatos se han movilizado, «los directivos de Son Espases han corrido como conejos».
De hecho, el Hospital General es un apéndice de Son Espases. Su director, Josep Carbonero, es en realidad y orgánicamente un subdirector de Son Espases. Carbonero no quiere hablar. Se cierra en banda, pero fuentes del Hospital General aseguran que enseguida que se rompió el ascensor informó a sus superiores y que lleva sufriendo dos meses de angustia viendo por donde tienen que pasar sus enfermos.
Todo apunta a que la responsabilidad es, por tanto, de las chicas de Laredo. A principios de legislatura el director general del IB-Salut, Juli Fuster (auténtico jefe de Salut ya que es el marido de la consellera, Patricia Gómez) decidió importar del hospital de Laredo (Cantabria) a las que convertiría en gerente y a la directora médica de Son Espases, Maria Dolores Acón y Yolanda Montenegro, respectivamente. En el PSIB se asegura que Fuster no es conseller para que en el Consolat cuadre el cupo de mujeres.
Fuster les dio a Maria Dolores y a Yolanda todo el poder del macrohospital, muy superior en dimensiones y problemas a la tranquila Laredo. Sus roces con los sindicatos se han sucedido y casos surrealistas como el del aparcamiento se han convertido en endémicos, entre una larga lista de líos y disfunciones y líos. Pero Juli Fuster mantiene con firmeza a las chicas de Laredo en sus puestos. Son su escudo protector y el de su esposa Patricia.
Respecto al mítico Hospital General, que lleva prestando servicios ininterrumpidos a la sociedad mallorquina desde antes del descubrimiento de América, la explicación de Son Espases al problema del ascensor es que se trata de una instalación obsoleta y que se había encargado una reforma en profundidad de este servicio. Pero «nadie entiende una tremenda demora de casi dos meses en la zona de Cuidados Paliativos con enfermos cruzando la intemperie».
Mientras, las denuncias de CCOO contra la dirección de Son Espases se suceden. Hace unas pocas semanas este sindicato puso en conocimiento de Hacienda que la cúpula de Son Espases se había gastado ya en el mes de agosto todo el dinero destinado a viajes de los directivos para todo 2016 (unos 18.000 euros) y que habían pedido una ampliación presupuestaria al Govern «para seguir contrantando con Viajes Martel». CCOO habló incluso de «hoteles de 5 estrellas». Mientras, «todo son demoras para volver a poner en marcha un ascensor, por muy obsoleto que se haya quedado».
Como se recordará, en la pasada legislatura José Ramón Bauzá quería cerrar el Hospital General. La izquierda, con el PSIB a la cabeza, montó en furia y le cantó las cuarenta. Ahora, las penalidades del Hospital General vuelven a ser importantes pese al esfuerzo que desarrollan sus profesionales.
Pero el mando está al otro lado del Camí dels Reis, cerca del Monestir de la Real, donde mandan las chicas de Laredo. Mientras, las esperanzas de CCOO están puestas en la purgada Montse Seijas porque «tiene coraje y no se arruga ante el peligro ni ante las amenazas».