El próximo junio el incoloro, inodoro e insípido Pepe Hila dejará de ser alcalde de Palma conforme a los pactos PSIB-Més. Le sustituirá y asumirá la primera vara el econacionalista Antoni Noguera, hombre joven y de empuje que estará al frente de Cort hasta las elecciones del 2019. Ni el Consolat de la Mar de Francina Armengol ni el PSIB en su conjunto parecen haberse dado cuenta de la jugada que se avecina: MÉS tendrá las presidencias del Consell (con Miquel Ensenyat) y de la capital de Mallorca. Un abanico fantástico para poder hacer política con mayúsculas.
Vienen líneas de actuación conjuntas, coordinadas y con el mismo rumbo de las dos instituciones desde el más absoluto respeto a cada una de ellas. Con Pepe Hila ha resultado imposible que Cort conjuntase esfuerzos, objetivos y realizaciones con el Consolat. Pepe va a su bola. De hecho, en las primarias socialistas del 2014 Francina apoyó a Ramon Socías para alcalde, pero salió derrotado. Aquella pugna aún sigue pesando en el seno del PSIB. Todo eso va a cambiar en junio.
MÉS sabe que tiene la gran oportunidad de desarrollar política interinstitucional coordinada en paralelo a que Ensenyat y Noguera mantengan su propio estilo, pero remando ambos en la misma dirección. Les darán una lección a los socialistas de cómo se potencia el mallorquinismo político.
El primer botón de muestra es el 31-D, que ya es Diada de Mallorca por iniciativa y agallas de Ensenyat. Este objetivo de engarce interinstitucional aún está en situación embrionaria. Pero el año que viene todo indica que el 31-D puede haber concentración de los alcaldes de Mallorca en Palma para honrar al rei en Jaume. Será la visualización de este sentido mallorquinismo político suprapartidista...a sólo año y medio de la próxima cita electoral.
No lo confesarán públicamente, pero MÉS sabe que puede quitarle la tostada de primera fuerza de la izquierda a los socialistas. Han comprendido que pactar con Podemos es un mal negocio. Han entendido que sólo avanzarán siendo ellos mismos. Dos factores pueden hacerlo realidad: el primero es que hasta el momento ningún partido ha sido capaz de ofrecer imagen y logros de coordinación entre instituciones fuertes. El segundo es el festival Podemos, que lleva camino de convertirse en una romería de aquí al final de la legislatura.
Con imaginación y visión estratégica no es difícil establecer políticas de colaboración: 31 de Desembre; coordinación para convertir Son Sant Joan en el Aeroport Internacional Ramon Llull (primer paso hacia la cogestión); acuerdos en política lingüística y en tarea social de integración...hay mucho por hacer. Y MÉS puede desarrollar este trabajo superando los compartimentos estancos socialistas y el histérico guirigai de la tropa de Jarabo.
Atención, por tanto, a esta nueva Diada, el 31-D a partir del año que viene, porque lleva en sus alforjas muchísima carga política. Mallorca es una isla que no se pliega ante nadie cuando vota. Es capaz de cambiar de color en el poder cada cuatro años todas las veces que haga falta. MÉS lo sabe, de ahí que pronto intentará sacar el máximo partido a su privilegiada posición de ocupar las presidencias de dos instituciones clave, con el denominador común de honrar a Jaume I y defender a capa y espada los intereses de los mallorquines.