Se acerca implacable la hora en que Rajoy hará público su nuevo Gobierno. Todo huele a caras nuevas. José Ramón Bauzá se lo veía venir tras el golpe de mano del sultanato andaluz contra Pedro Sánchez. Bauzá ha desarrollado este mes de octubre una actividad frenética en su indisimulado asalto al Ministerio de Turismo. Ha esparcido por doquier afirmaciones de que importantes empresarios le dan su apoyo para asumir la cartera turística y ha asistido a todo tipo de actos y actividades sociales y del partido. Ha sido su octubre loco y su particular caza del Octubre Rojo.
En Palma, aprovechando la condición de antiguo alto mando paracaidista de su suegro, acudió a la fiesta de los 'paracas' en el claustro de Santa Margalida y presidió el acto junto al comandante general. Fue nombrado socio de honor de la asociación. Se comportó con tal gallardía que aún parecía el president de la Comunitat Autònoma.
Unos días después, de regreso a Madrid, acudió a la celebración del sesenta aniversario de la revolución húngara. En aquel acto fue loado el coraje de los estudiantes de Budapest, que se pusieron en plan 15-M e intentaron rodear y asaltar el Parlamento magiar. Allí se enfrentaron a la policía política prosoviética (AVH) y se armó un San Quintín. La revuelta se extendió por toda Hungría y logró derrocar al presidente rojo András Heguedus. Tras una enorme represión, Inre Nagy se hizo con el poder entre un gran escándalo internacional. Bauzá hace un gran canto en su twitter de «los héroes que defendieron la libertad de su país».
José Ramón ha acudido a más actos en este intenso otoño. Por ejemplo a la conferencia pronunciada por la alcaldesa de Cáceres, Elena Nevado (PP) en el Fórum Europa de Madrid. No faltaron ni fotos ni abrazos con José Antonio Monago, expresidente de la Junta extremeña. Tampoco los apretones de mano con el dirigente popular Javier Maroto. El de Marratxí ha acudido a más eventos, como sus encuentros con lo más florido del PP de Catalunya, Xavi García Albiol y Alicia Sánchez Camacho con la consiguiente publicación de fotos rellenas de sonrisas.
Y para que no falte de nada, Bauzá ha sido protagonista del Foro Abierto de Comercio y Turismo organizado por el PP en Madrid. Ha buscado un papel estelar en este fórum. A ello hay que añadir apariciones tertulianas en 13 Televisión e, incluso, lanzó un patriótico mensaje a través de Twitter el pasado 12 de octubre: «Hoy la Plaza de Neptuno es el patio de armas de España».
Conclusión del PP balear al haber hecho un minucioso análisis de sus mensajes de Twitter: «José Ramón se muere de ganas de ser ministro. Se consume tanto que ha adelgazado. Está seco como un palo. Parece un miembro de la 82 aerotransportada saltando con todo el equipo sobre Normandía en junio del 44».
Hay muchos comentarios en los aledaños de la calle Palau Reial, sede del partido, ahora controlado por los regionalistas, con Miquel Vidal al frente y con un congreso regional que -ahora sí- se acerca imparable. «Si Bauzá llega a ministro la situación interna se puede liar parda. Sería un problema añadido muy grande para nosotros, que no salimos de un lío para meternos en otro».
Pero, ¿y si Rajoy pasa de revoluciones, sean húngaras o marratxineras, le ignora y no le nombra ministro? ¿Qué hará José Ramón si le falla el paracaídas y el próximo lunes sigue de senador autonómico raso? Habrá que verlo. De momento, «ha cubierto el cupo de actos a los que podía asistir. Si no ha ido a más es porque era físicamente imposible». Ahora sólo resta esperar qué hará Rajoy.
Pero lo seguro es que a la actual dirección del PP balear el nombramiento de Bauzá como ministro de Turismo le haría menos gracia que a los estudiantes húngaros la llegada de los tanques T-34 soviéticos a Budapest aquel octubre de 1956. Habría más calambres que cuando el Ejército Rojo abrió fuego contra los magiares casi desarmados.
Dentro de pocos días se despejará la incógnita. En el PP callan oficialmente, murmuran bajo las mesas y esperan. Porque después de tanta tinta vertida y de tanto supuesto apoyo hotelero, como Rajoy no le haga ministro los regionalistas se pueden poner más cachondos que la AVH defendiendo con las armas en la mano el Parlamento comunista húngaro de hace seis décadas.