En Madrid no acaban de entender a Francina Armengol. Por mucho que se empeñen. Al segmento del periodismo madrileño volcado en conseguir la abstención del PSOE para propiciar la investidura de Rajoy le ha sorprendido la firmeza de la política inquera, capaz de largarle cuatro frescas al presidente de la gestora socialista, Javier Fernández. Armengol no cede ni un milímetro. Su twitter apostando porque hable la militancia va en paralelo a la recogida de firmas entre los afiliados socialistas para forzar un congreso extraordinario con la idea de que vuelva Pedro Sánchez o, al menos, para romper la nueva correlación de fuerzas en la cúpula-gestora, encabezada por Susana Díaz y que desde Baleares interpretan como un golpe de mano interno contra los deseos de las bases.
En Madrid hacen bromas pero ya analizan los movimientos de Francina. Han habido incluso risitas, pero nerviosas. Un conocido periodista madrileño la calificó de «payesa» este jueves por la mañana. En realidad, no conocen su estilo de hacer política: duro, seco, frío, contundente y dirigido al objetivo final sin perderse por las ramas. Este manera de avanzar ya cosechó un éxito inesperado en las primarias de 1998, cuando Francesc Antich logró la victoria interna ante Andreu Crespí, que tenía el apoyo de Margarita Nájera y de la potente agrupación de Calvià. Antich se impuso por un puñado de votos y al año siguiente se convirtió en president del Govern Balear. En aquel tiempo Francina Armengol ya estaba al frente de la Agrupación Socialista de Inca. que votó en masa a favor del político de Algaida.
Tal estilo de hacer política, sin florentinismos, sin maquillajes, yendo al grano, volvió a hacerse realidad en las primarias de 2014 cuando Armengol se impuso a Aina Calvo y se convirtió en candidata a la presidència del Govern. Fue una batalla sin cuartel conducida por un aparato de hierro. En los madriles se creen muy listos, por encima del bien y del mal y piensan que es fácil tomar el pelo a la gente, sobre todo a los provincianos periféricos. El estilo del PSIB es el contrario. Es contar con todos, del primero al último, a partir de la convicción de que el más tonto hace relojes. El resultado final suele ser ajustado, pero demoledor. Y esa es la estrategia que se está desarrollando en toda España para dejar en evidencia y debilitar mediante un alud de firmas a Fernández y a Susana.
La militancia socialista es por regla general infinitamente más sólida de lo que los superficiales comunicadores capitalinos creen. Esa es el arma de Armengol. A menudo son familias enteras de afiliados, esparcidos por infinidad de pueblos y ciudades españolas, cuya militancia y capacidad de resistencia se remonta a generaciones atrás, a tiempos muy duros de resistencia, de exilio, de represión y de enorme sacrificio sin renunciar a las convicciones. Esta es la esencia del PSIB y del PSOE, y esta esencia se está esparciendo estos días por todas partes, desde Andalucía a Asturias y desde Catalunya a Galícia. Hay infinidad de familias socialistas de toda la vida que han sentido la decapitación de Sánchez como una puñalada por la espalda por parte de unas cúpulas acomodadas que se han olvidado de la militancia. Ahi se ha situado el campo de batalla.
La misma Francina Armengol pertenece a una familia con cuatro generaciones de militancia política a sus espaldas. Eso es lo que no comprenden los superficiales tertulianos de la capital. No son capaces de analizar la profundidad de un proceso socialista interno como el actual, que se asemeja mucho a unas elecciones primarias como las vividas dos veces por el PSIB: victoria a nada. Armengol conoce las entrañas de su partido. Por eso juega tan fuerte. Sabe que aún pareciendo que lo tiene todo en su contra, puede ganar. De las cerca de 95.000 firmas socialistas que hacen falta para celebrar un congreso extraordinario y urgente, las bases que apoyan a Sánchez ya han recogido casi 70.000...y falta más de una semana antes de que se celebre la reunión del comité federal.