El Obispado de Mallorca, que ejerce la acusación particular, ha rebajado de 4 a 1,5 años la pena que solicita para cada uno de los seis acusados de delitos contra la libertad religiosa por interrumpir una misa en la iglesia de Sant Miquel de Palma con gritos en favor del aborto.
El letrado que representa a la diócesis ha mantenido la calificación de los hechos pero se ha adherido a la petición de pena que plantea la Fiscalía, y ha señalado además que, si los encausados son condenados, el Obispado renuncia a la imposición de costas en la parte que le corresponde.
En defensa de los encausados, cuatro mujeres y dos hombres, su abogado ha admitido que todos menos una joven acusada participaron «en una acción reivindicativa del derecho al aborto libre y gratuito, en forma de protesta pacífica llevada a cabo el 9 de febrero de 2014 en el espacio físico de la iglesia de Sant Miquel de Palma».
El abogado ha solicitado la libre absolución y, en el caso de que el tribunal considere culpables a los que reconocen haber protestado en el templo, plantea que les condene a 45 días de cárcel sustituibles por 270 euros de multa aplicándoles la atenuante de «error de prohibición vencible», ya que no supieron valorar la ilegalidad de su acción.
En la última sesión del juicio ante la Audiencia de Palma varios feligreses que presenciaron la irrupción de los jóvenes proabortistas han testificado que obstaculizaron a mitad del templo el paso de los manifestantes para impedir que llegaran al altar.
Los fieles presentes en la iglesia que han comparecido este viernes han coincidido en que ni los manifestantes ni los feligreses que los pararon ejercieron violencia física y varios han indicado que algunos activistas trataron de avanzar por un pasillo lateral.
El sacerdote que oficiaba la misa ha explicado que se sorprendió por la entrada a gritos de los manifestantes en el templo, que se vio obligado a detener la ceremonia y que cuando continuó el oficio pidió a los fieles que rezaran por los jóvenes proabortistas porque «son hijos de Dios».
«Estaba presidiendo la eucaristía y, en el momento en que íbamos a empezar las lecturas, vi que llega un grupo de personas gritando», ha contado el religioso, que ha admitido que se produjo un «forcejeo» entre los manifestantes y los fieles que les contuvieron y les arrebataron su pancarta, pero «no fue de una agresividad tremenda por ninguna de las dos partes».
Un feligrés que ha descrito la entrada de los jóvenes como «en tropel» ha señalado que la acción le generó malestar, algo en lo que han coincidido otros testigos, mientras que una empleada de la parroquia que vende objetos religiosos a la entrada ha detallado que los jóvenes entraron de forma silenciosa y una vez en el pasillo central de la iglesia rompieron a gritar «Fuera los rosarios de nuestros ovarios» mientras avanzaban hacia el altar.
Todos los testigos citados por las acusaciones han manifestado asimismo que los domingos a las 12.00 horas siempre hay misa en la iglesia de Sant Miquel y que la iluminación del templo, la concurrencia de varios cientos de fieles en los bancos y la presencia de un sacerdote con casulla en el altar hacían evidente que se estaba celebrando un oficio religioso.
Otro, que como el resto de testigos ha cifrado en torno a la treintena el número de manifestantes, ha asegurado que dos de ellos grababan la acción reivindicativa en vídeo, a lo que él respondió grabando con su teléfono móvil cuando salían de la iglesia.
Esta segunda grabación ha sido exhibida en la sesión de este viernes para que dos agentes de la unidad de Información de la Policía Nacional ratificaran que era la prueba en la que se habían basado para detener a la acusada que niega su participación en los hechos. La presidenta del tribunal, Carmen González, ha asegurado que en las imágenes le resulta imposible distinguir a la procesada.
Los policías han explicado que identificaron a los otros acusados por las imágenes grabadas por los manifestantes y difundidas a través de Youtube, ya que les conocen de otras protestas porque son miembros de Arran, agrupación que uno de los agentes ha descrito como de «ideología independentista radical, casi rozando el antisistema».